viernes, febrero 07, 2014

“La ostentación bárbara del oro…”

“Entre todos los pueblos antiguos la acumulación de oro y de plata se presenta originariamente como privilegio sacerdotal y real, ya que el dios y el rey de las mercancías sólo corresponde a quien es dios y rey. Sólo ellos merecen poseer la riqueza como tal. Esta acumulación sirve, además, de un lado sólo para ostentar la abundancia, o sea la riqueza como algo extraordinario, festivo; para realizar ofrendas a los templos y a sus dioses; obras de arte públicas; finalmente, como medio de reserva en el caso de necesidades extraordinarias, para adquisición de armas, etc. Más tarde, entre los antiguos la acumulación se convierte en una política. El erario público como fondo de reserva, y el templo son los bancos primigenios en que se conserva el Santísimo. El acumular u atesorar [alcanza] su máximo desarrollo en los bancos modernos, pero en este caso con una determinación más desarrollada. Por otra parte, entre los particulares este atesoramiento adopta la forma más estricta del poner-a-resguardo la riqueza frente a los acontecimientos cambiantes del mundo externo, vale decir, adopta la forma del enterramiento, etc., adquiriendo así una relación verdaderamente secreta con el individuo. Esto en escala históricamente aun mayor en Asia. Se repite en todos los pánicos, guerras, etc., en la sociedad burguesa, la que en estos casos vuelve a caer en el estado de barbarie. Lo mismo vale para la acumulación de oro, etc., bajo la forma de joyas y de objetos preciosos, entre los semibárbaros. Pero una parte muy grande y cada vez mayor de oro bajo la forma de objetos de lujo es sustraída de la circulación en el nivel más desarrollado de la sociedad burguesa […]. En tanto el dinero es representante de una la riqueza universal, ya el hecho de conservarlo sin devolverlo a la circulación, y de dedicarlo a necesidades particulares, es una testificación de la riqueza de los individuos. Y en la misma medida en la que […] la riqueza como tal deviene el criterio de medida general de valor del individuo, se desarrolla también la tendencia a su ostentación, y por lo tanto una display de oro y plata como representante de la riqueza: así, el señor von Rotschild tiene colgados como su digno blasón creo que dos billetes de 100.000 [libras esterlinas]. La ostentación bárbara del oro, etc., es sólo una forma más ingenua que esta moderna, en cuanto está menos ligada al oro como dinero. Aquí se trata todavía de su simple esplendor. Allí, del brillo reflejado. Y este brillo está en el hecho de que el oro no es usado como dinero; aquí lo importante es la forma contrapuesta a la circulación.”
Marx, Carlos: Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857 – 1858. Siglo XXI Editores, 2007. I, 165 – 166. (enviado por Guillermo Castro Herrera)
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