Aymee Nuviola y Melendi sacaron hace unos días un tema de buena factura y poesía. Un buen son.
Su enfoque, Cuba. La Cuba bloqueada y que batalla. Pero no para resaltar esto, sino para fustigar y señalar a la Isla.
No hay música para el África hambrienta, ni para la Latinoamérica vilependiada, cuyos hijos más humildes se consumen en la droga y la miseria. Allí dónde donde no impera el socialismo "impositivo y dictador", pero sí sacan ojos , asesinan, y se lleva en su máxima expresión la corrupción y la masacre del capital sobre los humanos y la naturaleza.
¿Dónde está la dedicación de Aymee y Melendi a los pueblos de Asia y oriente medio, que sucumben en guerras imperiales y de saqueo, que emigran y se hunden en el Mediterráneo? Dónde el interés por los miles de marginados en la culta Europa, incluyendo España.
Pero no, eso no existe, no importa, son los pobres y los mendigos de la democracia. Hay que "girarse" para la isla comunista, la que resiste , la que enfrenta embates de ciclones, bloqueos y subversión. Ese es el mandato de la disqueras.
Pero no lo lograrán, aquellos que dirigen los hilos para forzar a los artistas a pronunciarse contra Cuba, no lo lograrán.
Seguiré disfrutando del buen arte de Melendi y Aymee Nuviola, como lo hago de la música de Willi Chirino, de Celia Cruz; de Leoni Torres, de Pablo y Pancho Céspedes.
Seguirán invadiendo mis tardes de domingo junto con Van Van, Silvio, los Feliú, Frank Delgado, Buena Fe, Polito Ibañez, Rey Fernández, Raul Torres, fabré y el del Talismán.
Entiendan de una sola vez que hace tiempo aprendimos a fajarnos con los artistas y no con sus obras.
El arte no tiene fronteras ni ideologías
Cuando es bueno, lo disfrutamos y yá.
Con este tema, Melendi y Aymee se cogerán el culo con la puerta, en buen cubano y en buen español, como ha pasado con muchos otros.
Cuba, la redentora, no se tumba con música ni con maniobras sucias. A Cuba tendrán que tumbarla a sangre y fuego, como mismo se fraguó su Revolución, pero para eso necesitan mucho más que dinero y poderío militar.
El Indio,
8 de octubre de 2022