Cuando en Cuba se dió el accidente de ayer en el Saratoga, antes que llegaran las autoridades y especialistas, la gente del barrio, el que estaba por ahí, ese , cualquiera, se tiró a levantar escombros sin medir riesgos, con el único propósito de salvar a los suyos.
Luego, vinieron los profesionales, que van más allá de lo que les toca y se entregaron de lleno sin medir riesgos ni calcular incrementos de salario.
Y nuestros médicos, esos que nos definen, se movilizaron de inmediato, sin límites de hora para su trabajo, también a cambio de qué, de salvar a los suyos, como siempre los han hecho.
Y llegó el mandatario, sin pomposos despliegues de seguridad. Tocó con la mano lo que sucedía e informó a la nación, sin el juego politiquero que abunda por ahí.
También los jóvenes, esos que quieren hacer ver como náufragos en su propia isla, aportan lo que más vale, su vida, su sangre, para los heridos. Ahí, en masa, sin mediar convocatorias o pagos.
Y el pueblo, siempre el pueblo, consciente de lo que sucedió, primero desconfiado y alerta, por la experiencia de actos terroristas en instalaciones hoteleras por los instigadores del odio de siempre, luego más sosegado, con información de sus líderes.
A los apolíticos y anti sistema, toda esa entrega se llama SOCIALISMO y REVOLUCIÓN VERDADERA, que ha sembrado valores y cultura, donde el ser humanos es lo principal.
Mayo nos ha traído desgracias, desde el ángel que cayó en Dos Ríos, el 20 de la mala suerte de convertirnos en neocolonia y cruentos siniestros, pero también la reafirmación de ser un pueblo solidario y firme.
El Indio, 7 de Mayo
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