Por: Nicanor León Cotayo
El niño cubano Mario Hernández tenía nueve años de edad cuando en 1965 sus padres lo llevaron hacia Miami a bordo de un titulado Vuelo de la Libertad.
Aquellos pasajeros fueron examinados por autoridades migratorias de la también llamada Torre de la Libertad y en los años 60 muchos de ellos fueron admitidos en Estados Unidos.Lo hicieron con la única protección legal de un documento llamado Parole (bajo palabra), que incluyó a Mario.
Una parte de los recién llegados logró cambiarlo por una tarjeta verde de residencia y más tarde obtuvieron la ciudadanía estadounidense.
No obstante, algunos, como Mario, siguieron viviendo allí con su Parole sin hacerse residentes del país.
Luego vendrían para ellos muchas dificultades, menos en lo tocante a su reclutamiento militar en 1975, de cara a la agresión de entonces contra Vietnam.
Alrededor de medio siglo después Hernández se enteró de que no era ni residente ni ciudadano norteamericano cuando solicitó un pasaporte con destino a un viaje turístico.
“Me sentí como un hombre sin país”, dijo Mario en una reciente entrevista telefónica desde Tallahassee, capital de la Florida, donde reside.
Ahora, con 58 años de edad, trata de convencer a las autoridades de que tiene derecho a ser ciudadano porque formó parte de las fuerzas armadas durante la agresión contra Vietnam.
Su abogada, Elizabeth Ricci, apeló judicialmente el caso esgrimiendo, en lo esencial, la misma tesis.
En aquella reclamación, Ricci mencionó un artículo de la Ley de Inmigración y Nacionalidad que permite establecerse a los miembros de las fuerzas armadas nacidos en el extranjero que fueron reclutados cuando existía una confrontación bélica.
Por ejemplo, la sucedida en Vietnam desde el 28 de febrero de 1961 hasta el 15 de octubre de 1978, cuando Hernández se retiró con honores.
Un periodista de Miami, Alfonso Chardy, opinó este lunes que el caso abre un escenario no muy conocido en cuanto a la experiencia cubana en el “exilio”.
Analistas recordaron que, si bien una parte considerable de quienes arribaron en la década del 60 normalizaron su situación, “hay cientos que siguieron radicados en Estados Unidos con el documento original del Parole”.
Motivo? Lo explica Alfonso Chardy:
“Pensaban que el régimen de Fidel Castro sería de corta duración y que volverían a Cuba pronto.”
Esa es la idea todavía de una de las figuritas del “exilio” de origen cubano en Miami, Ramón Saúl Sánchez, jefe del titulado Movimiento Democracia, quien reside en Estados Unidos con un añejo Parole.
Se trata de uno de los ángulos menos divulgados en el contexto de la oscura historia que se inició cuando esas personas arribaron a suelo floridano “en busca de la libertad”.
Y la encontraron para servir de soldaditos de plomo a Coca Cola y General Motors, pero huidiza al tratar de asentarlos y brindarles aquella nacionalidad.
A la endurecida crisis socio-económica que golpea a muchos en Estados Unidos corresponden los siguientes capítulos de esta historia.
Una parte de los recién llegados logró cambiarlo por una tarjeta verde de residencia y más tarde obtuvieron la ciudadanía estadounidense.
No obstante, algunos, como Mario, siguieron viviendo allí con su Parole sin hacerse residentes del país.
Luego vendrían para ellos muchas dificultades, menos en lo tocante a su reclutamiento militar en 1975, de cara a la agresión de entonces contra Vietnam.
Alrededor de medio siglo después Hernández se enteró de que no era ni residente ni ciudadano norteamericano cuando solicitó un pasaporte con destino a un viaje turístico.
“Me sentí como un hombre sin país”, dijo Mario en una reciente entrevista telefónica desde Tallahassee, capital de la Florida, donde reside.
Ahora, con 58 años de edad, trata de convencer a las autoridades de que tiene derecho a ser ciudadano porque formó parte de las fuerzas armadas durante la agresión contra Vietnam.
Su abogada, Elizabeth Ricci, apeló judicialmente el caso esgrimiendo, en lo esencial, la misma tesis.
En aquella reclamación, Ricci mencionó un artículo de la Ley de Inmigración y Nacionalidad que permite establecerse a los miembros de las fuerzas armadas nacidos en el extranjero que fueron reclutados cuando existía una confrontación bélica.
Por ejemplo, la sucedida en Vietnam desde el 28 de febrero de 1961 hasta el 15 de octubre de 1978, cuando Hernández se retiró con honores.
Un periodista de Miami, Alfonso Chardy, opinó este lunes que el caso abre un escenario no muy conocido en cuanto a la experiencia cubana en el “exilio”.
Analistas recordaron que, si bien una parte considerable de quienes arribaron en la década del 60 normalizaron su situación, “hay cientos que siguieron radicados en Estados Unidos con el documento original del Parole”.
Motivo? Lo explica Alfonso Chardy:
“Pensaban que el régimen de Fidel Castro sería de corta duración y que volverían a Cuba pronto.”
Esa es la idea todavía de una de las figuritas del “exilio” de origen cubano en Miami, Ramón Saúl Sánchez, jefe del titulado Movimiento Democracia, quien reside en Estados Unidos con un añejo Parole.
Se trata de uno de los ángulos menos divulgados en el contexto de la oscura historia que se inició cuando esas personas arribaron a suelo floridano “en busca de la libertad”.
Y la encontraron para servir de soldaditos de plomo a Coca Cola y General Motors, pero huidiza al tratar de asentarlos y brindarles aquella nacionalidad.
A la endurecida crisis socio-económica que golpea a muchos en Estados Unidos corresponden los siguientes capítulos de esta historia.
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