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jueves, marzo 06, 2014

Marco Rubio y su deshonra

Por: Yadira Escobar.
En 2003, el senador Tom Harkin de Iowa visitó Cuba para liberar a 75 prisioneros, y a principios de 2014 regresó a La Habana. Él comprende que Cuba es un país pobre y en una conferencia de prensa en Washington declaró que la tasa de mortalidad es menor que la de EE.UU. y la expectativa de vida aún mayor que la nuestra.
Marco Rubio se molestó con los logros de Cuba, como una baja tasa de mortalidad infantil, educación y atención médica gratuitas. Así que decidió hacer perder el tiempo al Congreso al expresar su obsesiva incredulidad acerca de la tasa cubana de mortalidad infantil.
Por supuesto, se mantuvo fiel a la tradición e hizo referencias nostálgicas alabando al régimen de Batista. No sólo es cínico, sino también de mal gusto, alardear de que Estados Unidos puede ofrecer a médicos cubanos la prosperidad económica que merecen. Preguntar por qué los jugadores norteamericanos de béisbol no quieren desertar a Cuba no es solo una barata pregunta retórica que no merece una respuesta, sino que nuevamente emana arrogancia, ya que Cuba es un país muy pobre y no debiera compararse con la grandeza económica de la muy poderosa Unión de 50 estados.
En vez de proponer que los políticos visiten la Isla para comunicarse y realizar conversaciones con la gente real, prácticamente da publicidad a los típicos grupos de disidentes.
¿Por qué el favoritismo? Bueno, es lo esperado, ya que los disidentes más distinguidos son patrocinados y financiados con ayuda federal y por lo tanto transmitirán a cualquier visitante extranjero el punto de vista que aprueba Marco Rubio y políticos similares a él.  Tienen su bendición, y por eso se les promueve y sugiere insistentemente. Este es un hábito de marketing ya establecido y probado por el que juran los empresarios.
Según él, una señal segura de que los cubanos son censurados es que no pueden leer The New York Times o The Wall Street Journal. Lo cierto es que al menos The New York Times se recibía en Cuba a diario –hasta que el gobierno de EE.UU. dificultó que se enviara el periódico allí durante la administración de W. Bush.
Marco Rubio se pasa de la raya cuando recurre a más propaganda aún al declarar a voz en cuello que Cuba es un estado que patrocina el terrorismo. Esto no es cierto, y como alguien elegido al Senado de Estados Unidos, una posición de supuesto prestigio y respeto, uno supone que él no basaría sus discursos en promover tales mentiras, sino que se enfocaría en los problemas que enfrenta la población real de la Florida.
Sin evidencia ninguna, Marco Rubio acusa a Cuba de exportar su “represión” a Venezuela. Decir que el gobierno venezolano es un títere del de Cuba, infiltrado por agentes cubanos, no es solo una difamación, sino una típica intervención. Yo no sabía que el gobierno de Estados Unidos existe para “castigar” a otras naciones que realizan elecciones democráticas.
No solo es extremadamente irresponsable hablar basura descuidadamente acerca de dos países soberanos de donde provienen muchos residentes del Sur de la Florida, sino que daña aún más la reputación de este país.  Es bien sabido lo que muchos más allá de nuestras fronteras dicen acerca de la política exterior de EE.UU., pero más importante aún, muchos ciudadanos venezolanos y cubanoamericanos no aceptarán la invasiva interferencia de un Marco Rubio.
Puede que Rubio trate de ganar en las encuestas ayudando a prolongar aún más las hostilidades contra otros países, pero Venezuela, al contrario de lo que él ha dicho, no es un estado comunista. Mantiene estructuras estatales de la clásica democracia representativa, incluidos diversos partidos. Rubio está actuando igual que cualquier otro político de derecha lo haría en tiempos de crisis, invocando al durmiente fantasma  comunista como lo hizo Augusto Pinochet con el pueblo de Chile durante décadas.
Por ser cubana yo misma, me parece que es bastante ofensivo que Marco Rubio haya subido a un podio en el Congreso para decir, y cito: “Permítanme decirles en qué cosa los cubanos son muy buenos…” y continúa mencionando cosas horribles, incluyendo la represión. Quizás no sabe distinguir entre la población civil y sus funcionarios gubernamentales, pero si fuéramos a creer en su palabra, yo podría decir que él no es diferente.
¿Por qué gasta tal energía el señor Rubio en gritar “Ahí viene el lobo”? ¿Nos beneficia que nuestros representantes desvíen la atención del Congreso a otros países, como Cuba y Venezuela, que no significan una amenaza a este gran país? Un verdadero patriota de Estados Unidos buscaría la manera de reparar las relaciones exteriores y no conspirar para aislarlo aún más del resto de América.

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