En el editorial de la decana de la prensa panameña del 8 de noviembre,
publicado bajo el título “Los hilos del Imperio” (1), se intenta sustentar la tesis
de que en América Latina, Estados Unidos todo lo “mueve”, bajo el criterio de
que, después del derrumbe del campo socialista “permitió que continuara Cuba
con una supuesta autonomía, le brindó su apoyo encubierto a la Venezuela
chavista; le dio respaldo absoluto a la Nicaragua de Ortega y permitió el
arribo al poder de Gobiernos populistas en Brasil, Bolivia, Ecuador, Argentina
y El Salvador”.
No queda claro el propósito del autor del artículo, si es denunciar la
conocida la injerencia yanqui en la vida política y económica de los países de
la región, o pretende desacreditar la legitimidad de los procesos sociales que
han tenido lugar por estos lares.
El autor da muestra de un desconocimiento profundo de la historia y linda
con la ilógica absurda, al señalar “Si Estados Unidos hubiera querido acabar
con los regímenes de Venezuela, Nicaragua o Cuba, hace tiempo le hubiera
aplicado la receta de Sadam o Kadafi, pero no lo hizo, porque los considera
convenientes a su política de control geopolítico.”
Para el “control geopolítico” en el área al imperio le hubiese sido más cómodo
y económico lidiar con gobiernos sumisos, lo contrario, no tiene sentido. Obvia
olímpicamente la fuerza de los movimientos sociales que llevaron al poder
gobiernos revolucionarios de los países a los que hace referencia y los
cuantiosos recursos que ha destinado Washington por impedir su surgimiento y
desarrollo.
Con Cuba se equivocó hasta la médula. La autonomía de la isla nada tiene
que ver con el campo socialista, se forjó desde sus guerras de independencia,
las más duradera de la región contra la colonia española, que ya derrotada en
América Latina, se aferró con todos sus recursos y fuerzas en un intento
caprichoso por preservar como suya a la mayor de las Antillas.
La revolución en Cuba no surgió dependiente de fuerzas externas, ni de
extremismo religiosos; emergió de las entrañas de su pueblo y alcanzó el
triunfo sin nada más que el apoyo de sus hijos más leales y la voluntad y osadía
de sus líderes.
Le explico al “trasnochado” autor del editorial, que los gobiernos de
los Estados Unidos si han querido, pero no han podido derrocar a la Revolución
cubana. Solo basta mencionar la invasión militar de Girón (o bahía de cochino),
el bloqueo económico y financiero más largo de la historia y el multimillonario
financiamiento a la industria anticubana, que solo en el gobierno de Trump
alcanzó la cifra de más de 70 millones de dólares para la subversión de manera
pública, a lo que se suman otros 90 para la guerra mediática y otras millonarias
cifras no públicas que la comunidad de inteligencia y el aparato militar
estadounidense dedican cada año contra la isla (2).
Debe saber la Estrella de Panamá, que Estados Unidos no ha podido ni
podrán acabar con Cuba, porque hay un apoyo mayoritario al gobierno
revolucionario sustentado en muchas realidades, pero, sobre todo, en que el sistema
que impera en la isla SALVA VIDAS.
Por si tiene lagunas en el conocimiento de la historia, invito al autor
del editorial a observar y comparar cómo Cuba ha enfrentado la pandemia de la Covid-19
y el reciente evento climatológico ETA, en relación con los países del área. Sacará
sus propias conclusiones.
Además, un intento por la fuerza como en Libia e Irak, cuyas realidades
nada tienen que ver con la de Cuba, le sería al imperio demasiado costoso y lo
sabe. Allí, estimado periodista, hay un pueblo decidido y armado, con
experiencia en la lucha.
Lo que sí queda claro, es que, los “hilos del Imperio del imperio” están
por doquier. ¡Así de Simple!
El Indio, 8 de noviembre de 2020
(1) https://www.laestrella.com.pa/opinion/entre-lineas/201108/hilos-imperio
Lo que más me gustó de este escrito, fue el cierre.
ResponderEliminarSaludos!
Gracias por su opinión
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