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miércoles, enero 29, 2014

CELAC: El Vaticano apoya y estimula la integración latinoamericana

or: Eduardo Gómez*
La II reunión Cumbre  de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) tendrá lugar en La Habana los días 28 y 29 de enero de 2014. Dicha reunión contará con la presencia de mandatarios y representantes de los 33 estados que la conforman, además de algunos invitados de primerísimo nivel, entre ellos el Secretario General de las Naciones Unidas, lo cual rompe las fronteras de la organización para convertirse en un indiscutible foro mundial y de interés de toda la humanidad.

Al proponernos efectuar una aproximación sobre el tema de la integración latinoamericana debo reconocer que quedé gratamente impactado por la positiva posición del Vaticano en relación con este tema. Estas líneas se proponen compartir con ustedes algunos elementos que estimamos de interés.
Estamos seguros que será llamativo para muchos conocer que en los documentos emitidos por el Vaticano desde el siglo pasado se recogen planteamientos, posiciones, criterios e incluso recomendaciones sobre la integración latinoamericana. En los planteamientos de los papas (Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco), miembros de la curia y publicaciones oficiales de la Santa Sede, se mantiene vigente el tema y análisis de la globalización coincidiendo en su negativa incidencia cuando representa a los intereses de unos pocos y el empobrecimiento de otros, y en la necesidad de que en Latinoamérica (identificada también como “el continente de la esperanza”) se desarrolle una conciencia política que fortalezca los procesos democráticos, la identidad regional y una cultura de la integración como respuesta a la globalización que excluye y empobrece.
El Arzobispo Octavio Ruiz Arenas, colombiano, actual Vicepresidente de la Comisión Pontificia para la Nueva Evangelización y ex subsecretario de la Comisión para América Latina, en su libro “América Latina. Desafíos y Esperanzas” (Ciudad del Vaticano, 2010) afirma que el termino “América Latina”, como lo indican las investigaciones de Arturo Ardao, fue acuñado por el católico liberal colombiano Torres Caicedo en 1875, siendo el Colegio Pío Latinoamericano, la primera institución que  utilizó el nombre de “latinoamericano” como elemento de integración para indicar la procedencia de sus estudiantes.
Respecto a la integración latinoamericana, dicho material analiza el papel de la Alianza Bolivariana (ALBA), del Foro de Sao Paulo y se reconoce en dicha obra que América Latina tiene que buscar caminos para una integración de sus países, con el objetivo de lograr “el florecimiento de un continente que pueda tener mayor incidencia en los centros de poder mundial. Si permanece sola y separada América Latina contará muy poco y sus naciones sufrirán la marginación y el empobrecimiento”. Ese enfoque se encuentra dentro de los principios fundadores de la CELAC.
El Profesor Guzmán Carriquiri Lecour, laico uruguayo, ex subsecretario de la Consejo Pontificio para los Laicos y actual Vicepresidente de la Comisión Pontificia para América Latina (por ello es el laico que ocupa el más alto cargo dentro de la curia vaticana), en julio del 2002 trata el tema en su obra “Globalización e identidad católica de América Latina” (la cual recomendamos a todos nuestros amigos lectores) donde desarrolla y analiza con magistral calidad expositiva y didáctica (como ya nos tiene acostumbrado) el tema de la globalización y su impacto negativo en América Latina, alertando de los peligros de la “hiperpotencia americana” (en alusión de los Estados Unidos) y la necesidad de “conferirle cuerpo y esperanza, pues, a ese orgullo de sentirse latinoamericano, o sea hermanados en una solidaridad  que deja atrás los localismos estrechos, rompe los encierros tribales y las barreras étnicas, supera las fronteras de los Estados, no reconoce obstáculos geográficos”.
En su obra queda clara la idea que el destino futuro de Latinoamérica exige evitar el encierro imponente y suicida dentro de los “estados parroquiales” para reconocer, reconstruir y diseñar una historia común que permita a los pueblos de América “proyectarse por caminos comunes de lucha y esperanza”.
En los documentos del Vaticano consultados, se reconoce que resulta imposible hablar de América Latina como una unidad de países homogéneos, tanto por su diversidad de costumbres, como por las corrientes políticas e ideológicas, desarrollo económico y otros elementos conocidos. Coincide en ello con el pensamiento de Patria Grande de Simón Bolívar quien al analizar el escenario latinoamericano pensaba que “ya que tiene un origen común, una lengua y una religión (refiriéndose a la católica)” valoraba como una idea grandiosa formar con los países suramericanos y caribeños una comunidad de pueblos, una sola nación “con un solo vinculo que ligue sus partes entre si como un todo” (Carta  de Jamaica, 1815).
En 1980, al recordar el 150 aniversario de la muerte de Simón Bolívar en la Capilla Sixtina, Juan Pablo II, retomando el espíritu de la Conferencia General de Puebla, significaba como la Iglesia ve con satisfacción los impulsos por la integración del continente, sin favorecer el dominio de un pueblo sobre otro, o de un sector social sobre los otros, y “sin renunciar a esa integración justa en los cuadros de una gran patria latinoamericana y de una integración universal”.
En su Homilía en la Plaza José Martí de La Habana -enero 25 de 1998- alertaba que  “Surge en varios lugares una forma de Neoliberalismo Capitalista que subordina la persona humana y condiciona el desarrollo de los pueblos a las fuerzas ciegas del mercado, gravando desde sus centros de poder a los países menos favorecidos con cargas insoportables. Así en ocasiones se le imponen a las naciones como condiciones para recibir nuevas ayudas, programas económicos insostenibles. De este modo se asiste en el concierto de las naciones al enriquecimiento exagerado de algunos pocos a costa el empobrecimiento creciente de muchos, de forma que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres”. Para contrarrestar esa realidad surgió la CELAC.
El Papa Benedicto XVI, en su discurso en la Sesión inaugural de los trabajos de la V conferencia General del episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida, Brasil, mayo 13 del 2007), mantiene esa línea discursiva cuando planteó que “El capitalismo prometió encontrar al camino para la creación de estructuras justas y afirmó que estas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas…y esa promesa ideológica se ha demostrado que es falsa. Los hechos lo ponen de manifiesto”, destacando en la Alocución a los miembros de la Congregación General 35 de la Compañía de Jesús (Roma, febrero21, 2008) lo siguiente: “En el mundo actual se dan procesos de globalización regidos por el egoísmo, no por la solidaridad”.
Vigencia y actualidad posee el planteamiento recogido en el documento de la reunión de Obispos de Aparecida antes mencionada: “Una globalización sin solidaridad afecta negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata del fenómeno de la explotación y la opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su propia raíz la sociedad en que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente “explotados” sino “sobrantes” y desechables”. (Aparecida 69).
Coincido con el criterio y la posición del padre Carlos Novoa, sacerdote Jesuita, Profesor Titular de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, cuando se reconoce a favor de la globalización, “siempre y cuando nos hallemos en la globalización de la solidaridad, y no en la globalización de la miseria y la exclusión, también denominada neoliberalismo, la cual por desgracia es la que impera en el mundo actual y en América Latina”. Globalizar la solidaridad y la cooperación es otro de los objetivos de la CELAC.
El papa Francisco en su exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” (Alegría del Evangelio) dada a conocer a finales de 2013, retoma la crítica al capitalismo que identifica como sistema político y económico injusto e inmoral, generador de la pobreza y la injusticia en el mundo, de la exclusión de los pobres en los programas sociales y en política,  denunciando una realidad dolorosa “donde el poderoso se come al más débil (punto 53), efectuando la denuncia y ataque directo al mercado enajenante y manipulador, la critica aguda a la política que sirve a los intereses de quienes se proponen “excluir y explotar a toda costa”. La coincidencia cinco años después con el texto de Aparecida 69 antes mencionado salta a la vista. También coincide con los objetivos programáticos que defiende la CELAC.
Ante tal situación, la integración latinoamericana deja de ser un sueño utópico y cobra realidad en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que ante la falsedad de la propuesta ideológica del capitalismo neoliberal, busca eliminar con la integración latinoamericana la exclusión, el empobrecimiento, la pobreza, el egoísmo; proponiendo y ejecutando un programa de progreso, igualdad, respeto, solidaridad, amor y amistad por un futuro de paz y desarrollo no solo para los pueblos latinoamericanos y caribeños, sino para todo el mundo.
Vistos los resultados de nuestra investigación, se pone de manifiesto la coincidencia de objetivos e intereses recogidos en los planteamientos de los representantes del Vaticano y nos permite plantear que estamos seguros que la II Cumbre de la CELAC contará con las bendiciones del papa Francisco, latinoamericano y defensor de la integración latinoamericana como soñó Simón Bolívar.
Sus planteamientos contra el capitalismo neoliberal por un mundo mejor,  también estarán defendidos y representados en esta Cumbre, escenario en el cual elevaremos nuestras plegarias para que los jefes de estados y participantes, cuenten con la protección del señor y la luz necesaria que les  permita el adecuado discernimiento y toma de decisiones para el exitoso desempeño de sus funciones y obligaciones en nombre de los pueblos que representan, por el futuro de Latinoamérica y la humanidad toda. El planteamiento del Papa Juan Pablo II destaca la responsabilidad implícita en  este empeño “Es grave responsabilidad el favorecer el ya iniciado proceso de integración de unos pueblos a quienes la misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura han unido definitivamente en el camino de la historia”.
Un saludo del papa Francisco a la CELAC sería “cosa buena y justa”, un mensaje de paz y esperanza que en nuestros días toda América Latina y el mundo esperan y necesitan… Amén.
*Free lancer

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