or: Eduardo Gómez*
La II reunión Cumbre de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) tendrá lugar en La Habana
los días 28 y 29 de enero de 2014. Dicha reunión contará con la
presencia de mandatarios y representantes de los 33 estados que la
conforman, además de algunos invitados de primerísimo nivel, entre ellos
el Secretario General de las Naciones Unidas, lo cual rompe las
fronteras de la organización para convertirse en un indiscutible foro
mundial y de interés de toda la humanidad.
Al proponernos efectuar una aproximación
sobre el tema de la integración latinoamericana debo reconocer que quedé
gratamente impactado por la positiva posición del Vaticano en relación
con este tema. Estas líneas se proponen compartir con ustedes algunos
elementos que estimamos de interés.
Estamos seguros que será llamativo para
muchos conocer que en los documentos emitidos por el Vaticano desde el
siglo pasado se recogen planteamientos, posiciones, criterios e incluso
recomendaciones sobre la integración latinoamericana. En los
planteamientos de los papas (Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco),
miembros de la curia y publicaciones oficiales de la Santa Sede, se
mantiene vigente el tema y análisis de la globalización coincidiendo en
su negativa incidencia cuando representa a los intereses de unos pocos y
el empobrecimiento de otros, y en la necesidad de que en Latinoamérica
(identificada también como “el continente de la esperanza”) se
desarrolle una conciencia política que fortalezca los procesos
democráticos, la identidad regional y una cultura de la integración como
respuesta a la globalización que excluye y empobrece.
El Arzobispo Octavio Ruiz Arenas,
colombiano, actual Vicepresidente de la Comisión Pontificia para la
Nueva Evangelización y ex subsecretario de la Comisión para América
Latina, en su libro “América Latina. Desafíos y Esperanzas” (Ciudad del
Vaticano, 2010) afirma que el termino “América Latina”, como lo
indican las investigaciones de Arturo Ardao, fue acuñado por el católico
liberal colombiano Torres Caicedo en 1875, siendo el Colegio Pío
Latinoamericano, la primera institución que utilizó el nombre de
“latinoamericano” como elemento de integración para indicar la
procedencia de sus estudiantes.
Respecto a la integración
latinoamericana, dicho material analiza el papel de la Alianza
Bolivariana (ALBA), del Foro de Sao Paulo y se reconoce en dicha obra
que América Latina tiene que buscar caminos para una integración de sus
países, con el objetivo de lograr “el florecimiento de un continente que
pueda tener mayor incidencia en los centros de poder mundial. Si
permanece sola y separada América Latina contará muy poco y sus naciones
sufrirán la marginación y el empobrecimiento”. Ese enfoque se encuentra
dentro de los principios fundadores de la CELAC.
El Profesor Guzmán Carriquiri Lecour,
laico uruguayo, ex subsecretario de la Consejo Pontificio para los
Laicos y actual Vicepresidente de la Comisión Pontificia para América
Latina (por ello es el laico que ocupa el más alto cargo dentro de la
curia vaticana), en julio del 2002 trata el tema en su obra
“Globalización e identidad católica de América Latina” (la cual
recomendamos a todos nuestros amigos lectores) donde desarrolla y
analiza con magistral calidad expositiva y didáctica (como ya nos tiene
acostumbrado) el tema de la globalización y su impacto negativo en
América Latina, alertando de los peligros de la “hiperpotencia
americana” (en alusión de los Estados Unidos) y la necesidad de
“conferirle cuerpo y esperanza, pues, a ese orgullo de sentirse
latinoamericano, o sea hermanados en una solidaridad que deja atrás los
localismos estrechos, rompe los encierros tribales y las barreras
étnicas, supera las fronteras de los Estados, no reconoce obstáculos
geográficos”.
En su obra queda clara la idea que el
destino futuro de Latinoamérica exige evitar el encierro imponente y
suicida dentro de los “estados parroquiales” para reconocer, reconstruir
y diseñar una historia común que permita a los pueblos de América
“proyectarse por caminos comunes de lucha y esperanza”.
En los documentos del Vaticano
consultados, se reconoce que resulta imposible hablar de América Latina
como una unidad de países homogéneos, tanto por su diversidad de
costumbres, como por las corrientes políticas e ideológicas, desarrollo
económico y otros elementos conocidos. Coincide en ello con el
pensamiento de Patria Grande de Simón Bolívar quien al analizar el
escenario latinoamericano pensaba que “ya que tiene un origen común, una
lengua y una religión (refiriéndose a la católica)” valoraba como una
idea grandiosa formar con los países suramericanos y caribeños una
comunidad de pueblos, una sola nación “con un solo vinculo que ligue sus
partes entre si como un todo” (Carta de Jamaica, 1815).
En 1980, al recordar el 150
aniversario de la muerte de Simón Bolívar en la Capilla Sixtina, Juan
Pablo II, retomando el espíritu de la Conferencia General de Puebla,
significaba como la Iglesia ve con satisfacción los impulsos por la
integración del continente, sin favorecer el dominio de un pueblo sobre
otro, o de un sector social sobre los otros, y “sin renunciar a esa
integración justa en los cuadros de una gran patria latinoamericana y de
una integración universal”.
En su Homilía en la Plaza José Martí de
La Habana -enero 25 de 1998- alertaba que “Surge en varios lugares una
forma de Neoliberalismo Capitalista que subordina la persona humana y
condiciona el desarrollo de los pueblos a las fuerzas ciegas del
mercado, gravando desde sus centros de poder a los países menos
favorecidos con cargas insoportables. Así en ocasiones se le imponen a
las naciones como condiciones para recibir nuevas ayudas, programas
económicos insostenibles. De este modo se asiste en el concierto de las
naciones al enriquecimiento exagerado de algunos pocos a costa el
empobrecimiento creciente de muchos, de forma que los ricos son cada vez
más ricos y los pobres cada vez más pobres”. Para contrarrestar esa
realidad surgió la CELAC.
El Papa Benedicto XVI, en su discurso
en la Sesión inaugural de los trabajos de la V conferencia General del
episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida, Brasil, mayo 13 del
2007), mantiene esa línea discursiva cuando planteó que “El capitalismo
prometió encontrar al camino para la creación de estructuras justas y
afirmó que estas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas…y esa
promesa ideológica se ha demostrado que es falsa. Los hechos lo ponen
de manifiesto”, destacando en la Alocución a los miembros de la
Congregación General 35 de la Compañía de Jesús (Roma, febrero21, 2008)
lo siguiente: “En el mundo actual se dan procesos de globalización
regidos por el egoísmo, no por la solidaridad”.
Vigencia y actualidad posee el
planteamiento recogido en el documento de la reunión de Obispos de
Aparecida antes mencionada: “Una globalización sin solidaridad afecta
negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata del fenómeno de
la explotación y la opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social.
Con ella queda afectada en su propia raíz la sociedad en que se vive,
pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está
afuera. Los excluidos no son solamente “explotados” sino “sobrantes” y
desechables”. (Aparecida 69).
Coincido con el criterio y la
posición del padre Carlos Novoa, sacerdote Jesuita, Profesor Titular de
la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, cuando se reconoce a
favor de la globalización, “siempre y cuando nos hallemos en la
globalización de la solidaridad, y no en la globalización de la miseria y
la exclusión, también denominada neoliberalismo, la cual por desgracia
es la que impera en el mundo actual y en América Latina”. Globalizar la
solidaridad y la cooperación es otro de los objetivos de la CELAC.
El papa Francisco en su exhortación
apostólica “Evangelii Gaudium” (Alegría del Evangelio) dada a conocer a
finales de 2013, retoma la crítica al capitalismo que identifica como
sistema político y económico injusto e inmoral, generador de la pobreza y
la injusticia en el mundo, de la exclusión de los pobres en los
programas sociales y en política, denunciando una realidad dolorosa
“donde el poderoso se come al más débil (punto 53), efectuando la
denuncia y ataque directo al mercado enajenante y manipulador, la
critica aguda a la política que sirve a los intereses de quienes se
proponen “excluir y explotar a toda costa”. La coincidencia cinco años
después con el texto de Aparecida 69 antes mencionado salta a la vista.
También coincide con los objetivos programáticos que defiende la CELAC.
Ante tal situación, la integración
latinoamericana deja de ser un sueño utópico y cobra realidad en la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que ante la
falsedad de la propuesta ideológica del capitalismo neoliberal, busca
eliminar con la integración latinoamericana la exclusión, el
empobrecimiento, la pobreza, el egoísmo; proponiendo y ejecutando un
programa de progreso, igualdad, respeto, solidaridad, amor y amistad por
un futuro de paz y desarrollo no solo para los pueblos latinoamericanos
y caribeños, sino para todo el mundo.
Vistos los resultados de nuestra
investigación, se pone de manifiesto la coincidencia de objetivos e
intereses recogidos en los planteamientos de los representantes del
Vaticano y nos permite plantear que estamos seguros que la II Cumbre de
la CELAC contará con las bendiciones del papa Francisco, latinoamericano
y defensor de la integración latinoamericana como soñó Simón Bolívar.
Sus planteamientos contra el
capitalismo neoliberal por un mundo mejor, también estarán defendidos y
representados en esta Cumbre, escenario en el cual elevaremos nuestras
plegarias para que los jefes de estados y participantes, cuenten con la
protección del señor y la luz necesaria que les permita el adecuado
discernimiento y toma de decisiones para el exitoso desempeño de sus
funciones y obligaciones en nombre de los pueblos que representan, por
el futuro de Latinoamérica y la humanidad toda. El planteamiento del
Papa Juan Pablo II destaca la responsabilidad implícita en este empeño
“Es grave responsabilidad el favorecer el ya iniciado proceso de
integración de unos pueblos a quienes la misma geografía, la fe
cristiana, la lengua y la cultura han unido definitivamente en el camino
de la historia”.
Un saludo del papa Francisco a la
CELAC sería “cosa buena y justa”, un mensaje de paz y esperanza que en
nuestros días toda América Latina y el mundo esperan y necesitan… Amén.
*Free lancer
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