Elige tu Idioma de Preferencia

miércoles, febrero 05, 2014

La nueva CEI tiene un presidente: Bergoglio

Los obispos italianos dejan a criterio del Papa la elección de sus cúpulas. Y Francisco ya ha hecho todo solo, al nombrar al nuevo secretario. Primer paso de un cambio general de línea
CIUDAD DEL VATICANO, 4 de febrero de 2014 – El presidente y el secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana siguen siendo nombrados por el Papa. Esto es lo que quieren los mismo obispos de Italia, después que en el pasado mes de mayo el papa Francisco les había pedido, en nombre de una mayor colegialidad, revisar el estatuto de la CEI y de repensar las modalidades de nombramiento del presidente y del secretario.
Sobre este punto se ha llevado a cabo en los meses pasados una amplia consulta del episcopado italiano. Los resultados han sido hecho públicos al término de la sesión invernal del consejo permanente, el pequeño parlamento de la CEI compuesto por una treintena de miembros, que se reunió a fines de enero en Roma.
Al contrario de lo que acontece en casi todas las conferencias episcopales del mundo, en Italia la presidencia no es electiva, sino de nombramiento pontificio. Esto no es ilógico. El Papa es efectivamente obispo de Roma y primado de Italia. En cuanto obispo de Roma – el título que prefiere Jorge Mario Bergoglio – es miembro de la CEI, aunque de hecho no participa en sus actividades. Y así, si no tuviese voz en el capítulo respecto al nombramiento de las cúpulas, se encontraría en la paradójica situación de quien, a pesar de tener autoridad superior a todas las conferencias episcopales, en lo que respecta a su diócesis debería someterse a decisiones y orientaciones tomadas sin su participación directa.
Aparte de Italia, hay solamente otros dos casos en los que los obispos no votan a su propio presidente: en Bélgica, donde el cargo corresponde al arzobispo de Malinas-Bruselas, y la conferencia de los obispos latinos en los países árabes, presidida ex officio por el patriarca latino de Jerusalén.
El hecho además que en Italia el secretario general no sea elegido sino nombrado por el Papa es verdaderamente un caso único en el panorama de las conferencias episcopales.
*
Pero hubo un momento, hace décadas, en el que la hipótesis que también la Iglesia italiana sometiera a votación al propio presidente y al propio secretario general tuvo un consenso muy amplio entre los obispos.
Sucedió durante la 23° asamblea general de la CEI, celebrada en Roma desde el 7 al 11 de mayo de 1983.
En el transcurso de los trabajos para la aprobación del nuevo estatuto de la Conferencia – que, entre otras cosas, había elevado de tres a cinco años la duración de los cargos mayores – los obispos fueron invitados “por disposición superior” a efectuar una “votación consultiva” respecto a la modalidad del nombramiento del presidente y del secretario general, “para entregarla al Santo Padre, sometiéndose a la decisión del Papa”.
La propuesta que el presidente de la CEI fuese elegido por la asamblea de los obispos obtuvo los siguientes resultados: sobre 226 con derecho a voto los votantes fueron 185, la mayoría de los dos tercios era entonces 151, los placet fueron 145, los non placet 36, las boletas en blanco 4.
Mientras la propuesta que el secretario general fuese electo por el consejo permanente a propuesta del presidente de la CEI informó los siguientes resultados: votantes 185, placet 158, non placet 20 y boletas en blanco 7.
En consecuencia, a favor de un presidente electo se expresó la mayoría absoluta de los obispos, aunque no fue superado, por sólo seis votos, el quórum de los dos tercios requerido por las modificaciones estatutarias. Quórum que, por el contrario, fue superado para la elección del secretario general.
Sin embargo, el 25 de octubre de 1984, durante la posterior asamblea general celebrada en Roma, el entonces cardenal presidente Anastasio Ballestrero, arzobispo de Turín, comunicó que Juan Pablo II había querido reservarse el nombramiento del presidente y del secretario general de la Conferencia Episcopal, “haciendo notar cómo esta praxis constituye un signo ulterior de atención y benevolencia por parte del Santo Padre hacia los obispos y la CEI”.
*

No hay comentarios:

Publicar un comentario