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lunes, marzo 17, 2014

Apreciaciones sobre la crisis de la ampliación del Canal

JUAN CARLOS MAS C.
 Nuestra atención ha quedado distraída momentáneamente por el ‘mucho ruido y las pocas nueces’ según el decir de Shakespeare, distraídos por la poca conducente polémica incitada por el presidente de la República sobre los sucesos acaecidos en Venezuela, para distraernos según la técnica taurina, aquella en la que un peón sale del burladero para distraer al toro enfurecido. Abordemos el muy pertinente y nacional tema del Canal, rehuyendo los tecnicismos económicos y financieros vertidos sobre el tema y expresemos las percepciones de los ciudadanos comunes.


El tema sigue, aunque en sordina... Las cifras que se ofrecen a la opinión pública a través de los medios de comunicación se muestran en forma de verdades incompletas; en consecuencia, la población percibe que asiste a una puesta en escena de intereses fraudulentos expresados por las partes.

Ya que la parte exterior de la crisis asume una cara financiera, deseamos recordar una frase del famoso dramaturgo alemán Bertold Brecht, quien sentenciara que ‘quien roba a un banco comete un delito, pero quien lo funda comete un delito mayor’.

Decimos esto porque de las filtraciones de los intereses en disputa se deduce que todos: Contratistas, contratantes y afianzadoras pretenden imponer a Panamá el acatamiento de reglas de un juego en el cual el verdadero dueño, que es el pueblo panameño, no ha sido participe en su conocimiento ni aceptación.

Este pueblo ha sido el legítimo protagonista de una reivindicación y subsiguiente reapropiación en una gesta que arrancó desde el inicio de las dispares relaciones con los Estados Unidos en los albores de la república, en aquella vinculación para construir el canal.

Esa gesta de reivindicaciones escalonadas creció hasta el estallido de masas el 9 de Enero de 1964, es lo que llamó el general Omar Torrijos Herrera ‘alpinismo generacional’.

Ella evolucionó hasta lograr arrancar el tratado Torrijos-Carter en una lucha internacional de la cual estuvieron ausentes quienes después recogerían los frutos, manejando el Canal sin utilizarlo para corregir las distorsiones estructurales de nuestro país, atado al sector terciario de la economía sin atender al desarrollo armónico de sus sectores productivos.

La devolución cumplida colando el Caballo de Troya que significaba la ampliación, ya había sido concebida por los estadounidenses por las necesidades de sus portaviones.

Es como si a una persona que tiene una hipoteca, al terminar de pagarla le entregan el título de propiedad condicionándolo al compromiso de un nuevo préstamo para un piso adicional.

¿En qué condiciones nos comprometimos a la ampliación? En el 2006, cuando se sometió a referéndum, tocaba a las puertas la recesión mundial, significando que el flujo de naves aminoró primero, se detuvo después y por último decreció. Lo anterior fue maquillado mediante el incremento de peajes según categorías de carga, disimulando el estancamiento del tránsito efectivo.

Las dificultades actuales corren peligro de ser interpretadas por la comunidad internacional como un peligro para el funcionamiento total del Canal. Ellas demandarían intervenir la administración, formando un colegiado de usuarios exigiendo la tutela del Canal. Atrás se cerniría la sombra de una intervención militar.

Citaremos testimonios: Egipto perdió la propiedad en el Canal de Suez, debido a inversiones realizadas con el respaldo de sus títulos sobre el Canal. La City maniobró para fragilizar esas inversiones y determinó la subsiguiente ocupación británica so pretexto de cobrar deudas; en Santo Domingo y Haití las deudas contraídas fueron usadas como pretexto por los yanquis para invadirlos en las primeras décadas del siglo XX administrando sus aduanas; en 1902-3 una coalición europea, sostuvo un bloqueo contra Venezuela demandando el cobro de deudas. Estados Unidos obstruyó ese bloqueo, porque era su interés controlar el petróleo venezolana (En la mafia eso se llama ‘tumbe’).

Es importante ubicar al enemigo principal, en consecuencia ilustremos con otros ‘tumbes’ estadounidenses. Ellos iniciaron una modalidad interventora que siembra en países europeos la ilusión de autonomía imperial que no le corresponde. Lo ocurrido en Yugoslavia ilustra este método: Aquella crisis arrancó con la pretensión germana de tutelar a las naciones eslovena, croata y bosnia que antaño estaban bajo la hegemonía germano-austriaca. Después, Estados Unidos entró en escena y desplazó a los europeístas dominando la escena. Esto ocurrió en Libia, donde Inglaterra y Francia armaron el alboroto para ceder paso a la hegemonía estadounidense. En Ucrania, Europa se desgasta, mientras los Estados Unidos copan la dirección en el terreno (Dejen que les den) manifestó una funcionaria norteamericana.

¿Qué pasaría en Panamá tras el desgaste europeo? Veamos el contexto. ¿Puede monopolizar Panamá la ruta? Esa es ya una fase histórica cumplida y ahora se entra en etapas de complementaridad internacional. Dilma Rousseff asegura que para Brasil es imperioso girar la mirada y volverla hacia el Pacífico para potenciar su asiático. En función de ello despliega iniciativas de rutas que buscan garantizar las salidas de Brasil al Pacífico: una por el norte hacia Manta en el Ecuador; y la otra hacia los puertos del Perú. Además, la cooperación internacional dentro de la UNASUR se potenciaría por proyectos como la interconexión interna de las cuencas del Orinoco-Amazonas y Paraná.

Centroamérica no está ajena al interés por su conectividad vial, potenciada por ser ella un istmo. Existen proyectos de autopistas conectando sus costas atlántica y pacífica en puntos como: Acajutla-Puerto Barrios; Acajutla-Puerto Cortez, sin mencionar la conectividad marítima de Nicaragua.

El despeje del Ártico está en proceso y potencia la decisión china, la cual entra en el escenario de los usuarios de las rutas y no saldrá de él.

Pensamos que la necesidad panameña será reinvertir para mantener presencia en el mercado sin pretender una posición monopolista que ya se escapa de sus manos.

MÉDICO.


 
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