El comandante Hugo Chávez ha tenido una influencia determinante en
los procesos de integración registrados durante los últimos 15 años en
América Latina. Propuso una lógica que no se basó en el imperio del
dólar, sino que durante su gobierno estableció otros mecanismos para
compensar el intercambio, sostuvo el economista Víctor Álvarez,
exministro de Industrias Básicas y Minería e investigador del Centro
Internacional Miranda (CIM).
Álvarez ganó el primer concurso de ensayo crítico Willian Lara con el trabajo Chávez pensamiento precursor de la nueva integración Latinoamericana, convocado por la Asamblea Nacional, que será entregado el 21 de mayo en el Museo Boliviano.
Aunque la Comunidad Andina (CAN) nació bajo el influjo del pensamiento integracionista de Simón Bolívar, el presidente Hugo Chávez decidió salir del acuerdo, según Álvarez, para cambiar el paradigma.
“Hasta ese momento los intentos de integración de América Latina ponían énfasis, sobre todo, en lo comercial. Los esfuerzos estaban en la unión de los mercados, mediante normativas como el arancel externo común, la promoción de la inversión extranjera, las regulaciones sobre patentes; es decir, eran unos fundamentos que el líder de la Revolución Bolivariana quería superar”, argumentó.
El principio rector de la integración que propuso Chávez fue la unión de los pueblos y la cooperación entre los gobiernos. Su visión se fundamentaba en complementar capacidades más que realzar las ventajas competitivas. Puntos que el investigador del CIM desarrolla en el trabajo ganador en el concurso Willian Lara.
“Era una manera de complementar recursos de manera de encarar los problemas de la pobreza, el desempleo y la exclusión social. Una agenda distinta a la integración tradicional que estaba en boga, relacionada con la productividad, exportaciones no tradicionales y economía de escalas”, detalló.
También hay razones políticas que llevaron al líder bolivariano a incorporarse al Mercado Común de Sur (Mercosur) y salir de la CAN. “En el Mercosur había mejores interlocutores, estaban asumiendo el poder gobiernos progresistas que compartían la misma sensibilidad. Había más viento a favor para que estas ideas prendieran, mientras que en la CAN estaban en el poder mandatarios de orientación neoliberal muy fuerte, hasta que ganaron Evo Morales, en Bolivia, y Rafael Correa, en Ecuador”, aseveró.
“En los acuerdos suscritos por los países están como puntos resaltantes los temas de la salud y educación, la lucha contra el analfabetismo y los ambientales. Se mencionaban antes, pero era como un saludo a la bandera, adolecían de actuaciones concretas, claramente definidas. Cuando asumió el poder el presidente Chávez hubo un cambio de agenda sin precedentes”, recalcó el investigador.
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) fue el acuerdo pionero, sostuvo el economista venezolano, porque nació justamente al calor de las luchas de resistencia contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que pretendía imponer el gobierno de Estados Unidos, el cual buscaba asegurar la libre circulación de las mercaderías y del capital desde Alaska a Tierra del Fuego.
“El ALCA era un atentado a la soberanía de nuestros pueblos, porque los países del continente que se incorporaran deberían regirse por esas leyes; inclusive, tendría un valor supranacional mayor a las constituciones de los países”, sentenció el ministro del gabinete del presidente Chávez.
Estados Unidos pretendía supeditar los intereses nacionales de los Estados a unas leyes macro, “completamente a favor del mercado” y lo que Álvarez consideró más grave: Aceptar el ALCA significaba la renuncia de los gobiernos soberanos a poder diseñar políticas para proteger sus industrias y promover inversiones.
“En el contenido del ALBA está la mayor elaboración antiimperialista del nuevo pensamiento para la integración latinoamericana; además, se realza la reivindicación y defensa de la soberanía nacional. Una propuesta que se opone a las propuestas neoliberales del ALCA”, planteó el investigador.
En ese momento, la propuesta de la alianza no cayó bien en la oposición venezolana, tanto política como económica. “Todavía persiste ese rechazo. El costo que significa para Venezuela el ALBA y la supuesta regaladera de dinero es una bandera política de los adversarios al chavismo. Ellos mantienen un doble discurso y doble moral en materia integración”, sentenció Álvarez.
Esta especie de hipocresía de los adversarios al Gobierno Bolivariano respecto al tema, la detectó el investigador, cuando estaba en el tapete la incorporación de Venezuela al ALCA. Muchos de los grupos económicos mostraron, en ese momento, su preocupación por el estado de indefensión en que quedaban sus empresas.
“Ya con el acuerdo suscrito entre México, Colombia y Venezuela (G-3) se había acordado un cronograma de desgravación arancelaria y de apertura del mercado interno totalmente neoliberal que, de prosperar, habrían barrido con el aparato industrial venezolano. Igual pasó con el cronograma de la CAN”, recordó el economista.
En esa época (1999-2001), Álvarez ocupaba el cargo de director de desarrollo industrial, más tarde viceministro de industrias básicas (antes de ser ministro), y recibía a muchas cámaras empresariales que manifestaban sus temores ante una liberación de la economía de manera acelerada como se había planteado en los gobiernos de la cuarta república de corte neoliberal. “Temían que los llevara a la quiebra”, apuntó.
Bajo esa lógica mercantil, el único medio de pago valorado por la burguesía es el dinero obtenido por las transacciones comerciales. En el ALBA se está hablando de otra lógica que no se basa en el imperio del dólar, sino que se establecen otros mecanismos de compensar el intercambio, arguyó.
Para Álvarez es sostenible un intercambio parcial en el que Venezuela ofrezca petróleo y los países receptores paguen con los bienes y servicios de que disponen de manera excedentaria, que en definitiva es el mecanismo en el que se fundamenta los preceptos del comercio exterior.
Esta es otra de las propuestas que desarrolla en el ensayo crítico que premió la Asamblea Nacional, en el que plantea la integración de los pueblos y los esfuerzos productivos con otros mecanismos de intercambio y de compensación.
“Fue del ALBA que surgió el sucre (Sistema Unitario de Compensación Regional) como medio para facilitar las transacciones entre los países. También se creó el Banco del ALBA y el del Sur, en un ámbito más amplio a la alianza”, especificó.
El investigador del CIM considera que todas estas iniciativas priorizan el tema de la pobreza, la exclusión social y el desempleo. No están aisladas de los preceptos rectores que orientan los acuerdos de integración subregional.
Bajo esa visión, lo económico está supeditado a la social, pero requiere un conjunto de políticas para que se puedan lograr las metas, por ejemplo, en lo productivo, como está planteado ahora en Venezuela.
“Es necesario crear un ambiente propicio para la inversión productiva en la agricultura, la industria y en general los sectores en los que el país tenga ventajas; para lograrlo es necesario alcanzar un desempeño de las variables macroeconómicas que suponga viento a favor”, aseveró.
Con el ingreso de Venezuela al Mercosur, el país debe acometer políticas en esa dirección de manera de ir reduciendo las asimetrías; por eso debe llegar a unos acuerdos básicos con las naciones miembros en materia fiscal, monetaria, cambiaria y comercial, de manera de ir hacia una convergencia. “Siempre habrá variaciones entre países a otros, pero se deben mover entre unas bandas y rangos manejables”, indicó.
Las asimetrías en el Mercosur no se dan solo en el tamaño de las magnitudes económicas de las naciones, sino en las desigualdades en temas como la inflación, poder adquisitivo y desempleo, por nombrar algunas, detalló el economista.
Lo importante es que los países miembros del Mercosur -Bolivia está a punto de incorporarse- tengan tasas de inflación parecidas, con la finalidad de evitar que los productos se encarezcan más en una economía nacional que en otra, pues se crearía una propensión a importar desde el país donde los productos estén más baratos.
Älvarez comparó el proceso de integración con dos tiendas en las que se puede comprar. “Una es tu país y la otra serían las demás naciones miembros. Si en la primera tienes una inflación alta, como la de Venezuela que cerró el año 2013 con una tasa de 56,2%, mientras en la segunda (demás países) registró un promedio de 5%, la gente preferirá la del costo más barato”, ejemplificó.
Igual sucede con el tipo de cambio: si la divisa es muy barata y los precios están caros, entonces se tendrá una propensión a consumir productos importados. “Este es el tipo de cosas que necesariamente se tendrán que corregir, ahora que Venezuela es miembro pleno del Mercosur”, recalcó.
Álvarez considera prioritario que estos procesos de integración estén acompañados de promoción de inversiones, siempre que esté asociada a la transferencia de tecnología, al desarrollo del talento humano e incorpore valor agregado nacional.
Otro de los aspectos que no dejó de lado es la asistencia técnica a la pequeña y mediana empresa y, sobre todo, a las nuevas formas de economía social y comunitaria que son la gran apuesta del Gobierno Bolivariano para transformar el capitalismo rentístico e importador en nuevo modelo productivo socialista y exportador, agregó el economista venezolano.
“Eso implica que tenemos que ir creando ese ambiente macroeconómico que sea proclive a la actividad productiva. De lo contrario, no habrá transformación económica del país”, alertó el exministro.
“Con una sola unidad de cambio se evitarían todas esas jugadas de los grupos que viven de la especulación cambiaria, que son capaces de amasar millardarias ganancias cuando se proponen atacar el euro, el dólar y las monedas de libre cambio”, sostuvo.
Como el economista reconoce que esa posibilidad de una sola moneda es muy lejana y se plantea como una utopía, en nuestros procesos de integración surgió el sucre como un mecanismo para reducir la dependencia del dólar como moneda de intercambio entre los países.
Ahora es una unidad; la idea es que pueda ser una moneda de circulación en todos los países. Eso implica renunciar a su moneda y adoptar una común. La Unión Europea lo hizo y fue un paso muy importante, en ese proceso de integración, cuando finalmente pasó del ecu al euro.
El ecu era una unidad de cuenta como lo es para la región el Sucre y después crearon el euro para unificar los países con una sola unidad monetaria. Eso permitió disipar el ataque contra las monedas nacionales, aunque ahora lo hacen contra el euro.
En América Latina se están dando pasos en esa dirección en la que el presidente Chávez fue pionero y precursor. El líder se preocupó también por la integración física mediante el desarrollo de una mayor interconectividad de los países de la región. Porque muchas veces para importar una mercancía desde una ciudad brasileña era necesario primero hacer una conexión en Miami.
Igual pasaba con los vuelos de pasajeras y pasajeros Por eso se preocupó por el desarrollo de medios de transporte e infraestructura, aseveró Álvarez.
Álvarez ganó el primer concurso de ensayo crítico Willian Lara con el trabajo Chávez pensamiento precursor de la nueva integración Latinoamericana, convocado por la Asamblea Nacional, que será entregado el 21 de mayo en el Museo Boliviano.
Aunque la Comunidad Andina (CAN) nació bajo el influjo del pensamiento integracionista de Simón Bolívar, el presidente Hugo Chávez decidió salir del acuerdo, según Álvarez, para cambiar el paradigma.
“Hasta ese momento los intentos de integración de América Latina ponían énfasis, sobre todo, en lo comercial. Los esfuerzos estaban en la unión de los mercados, mediante normativas como el arancel externo común, la promoción de la inversión extranjera, las regulaciones sobre patentes; es decir, eran unos fundamentos que el líder de la Revolución Bolivariana quería superar”, argumentó.
El principio rector de la integración que propuso Chávez fue la unión de los pueblos y la cooperación entre los gobiernos. Su visión se fundamentaba en complementar capacidades más que realzar las ventajas competitivas. Puntos que el investigador del CIM desarrolla en el trabajo ganador en el concurso Willian Lara.
“Era una manera de complementar recursos de manera de encarar los problemas de la pobreza, el desempleo y la exclusión social. Una agenda distinta a la integración tradicional que estaba en boga, relacionada con la productividad, exportaciones no tradicionales y economía de escalas”, detalló.
También hay razones políticas que llevaron al líder bolivariano a incorporarse al Mercado Común de Sur (Mercosur) y salir de la CAN. “En el Mercosur había mejores interlocutores, estaban asumiendo el poder gobiernos progresistas que compartían la misma sensibilidad. Había más viento a favor para que estas ideas prendieran, mientras que en la CAN estaban en el poder mandatarios de orientación neoliberal muy fuerte, hasta que ganaron Evo Morales, en Bolivia, y Rafael Correa, en Ecuador”, aseveró.
AGENDAS DE TRABAJO
El investigador del CIM revisó las agendas de trabajo en materia de integración en estos 15 años de Gobierno Bolivariano, y su balance es que se puede “apreciar un mayor peso en los temas de interés social que permearon a toda la región.“En los acuerdos suscritos por los países están como puntos resaltantes los temas de la salud y educación, la lucha contra el analfabetismo y los ambientales. Se mencionaban antes, pero era como un saludo a la bandera, adolecían de actuaciones concretas, claramente definidas. Cuando asumió el poder el presidente Chávez hubo un cambio de agenda sin precedentes”, recalcó el investigador.
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) fue el acuerdo pionero, sostuvo el economista venezolano, porque nació justamente al calor de las luchas de resistencia contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que pretendía imponer el gobierno de Estados Unidos, el cual buscaba asegurar la libre circulación de las mercaderías y del capital desde Alaska a Tierra del Fuego.
“El ALCA era un atentado a la soberanía de nuestros pueblos, porque los países del continente que se incorporaran deberían regirse por esas leyes; inclusive, tendría un valor supranacional mayor a las constituciones de los países”, sentenció el ministro del gabinete del presidente Chávez.
Estados Unidos pretendía supeditar los intereses nacionales de los Estados a unas leyes macro, “completamente a favor del mercado” y lo que Álvarez consideró más grave: Aceptar el ALCA significaba la renuncia de los gobiernos soberanos a poder diseñar políticas para proteger sus industrias y promover inversiones.
IRRUPCIÓN DEL ALBA
El ALBA fue impulsado por el presidente Hugo Chávez y Fidel Castro
para frenar la pretensión anexionista de Estados Unidos. Poco a poco las
ideas contenidas en ese acuerdo de unión fueron acogidas por muchos
mandatarios de la región y la pretensión de concretar el ALCA fue
derrotada, expresó el economista.“En el contenido del ALBA está la mayor elaboración antiimperialista del nuevo pensamiento para la integración latinoamericana; además, se realza la reivindicación y defensa de la soberanía nacional. Una propuesta que se opone a las propuestas neoliberales del ALCA”, planteó el investigador.
En ese momento, la propuesta de la alianza no cayó bien en la oposición venezolana, tanto política como económica. “Todavía persiste ese rechazo. El costo que significa para Venezuela el ALBA y la supuesta regaladera de dinero es una bandera política de los adversarios al chavismo. Ellos mantienen un doble discurso y doble moral en materia integración”, sentenció Álvarez.
Esta especie de hipocresía de los adversarios al Gobierno Bolivariano respecto al tema, la detectó el investigador, cuando estaba en el tapete la incorporación de Venezuela al ALCA. Muchos de los grupos económicos mostraron, en ese momento, su preocupación por el estado de indefensión en que quedaban sus empresas.
“Ya con el acuerdo suscrito entre México, Colombia y Venezuela (G-3) se había acordado un cronograma de desgravación arancelaria y de apertura del mercado interno totalmente neoliberal que, de prosperar, habrían barrido con el aparato industrial venezolano. Igual pasó con el cronograma de la CAN”, recordó el economista.
En esa época (1999-2001), Álvarez ocupaba el cargo de director de desarrollo industrial, más tarde viceministro de industrias básicas (antes de ser ministro), y recibía a muchas cámaras empresariales que manifestaban sus temores ante una liberación de la economía de manera acelerada como se había planteado en los gobiernos de la cuarta república de corte neoliberal. “Temían que los llevara a la quiebra”, apuntó.
OTROS MECANISMOS DE PAGO
El Gobierno Bolivariano mediante la propuesta del ALBA, si algo reivindicó fue el uso de los distintos instrumentos económicos para estimular y favorecer a la producción nacional. “Por eso, una propuesta que debía ser enarbolada por el sector empresarial no fue acogida ni valorada; más bien fue tergiversada con argumentos políticos, como los costos de ese acuerdo de integración”, aseveró el investigador.Bajo esa lógica mercantil, el único medio de pago valorado por la burguesía es el dinero obtenido por las transacciones comerciales. En el ALBA se está hablando de otra lógica que no se basa en el imperio del dólar, sino que se establecen otros mecanismos de compensar el intercambio, arguyó.
Para Álvarez es sostenible un intercambio parcial en el que Venezuela ofrezca petróleo y los países receptores paguen con los bienes y servicios de que disponen de manera excedentaria, que en definitiva es el mecanismo en el que se fundamenta los preceptos del comercio exterior.
Esta es otra de las propuestas que desarrolla en el ensayo crítico que premió la Asamblea Nacional, en el que plantea la integración de los pueblos y los esfuerzos productivos con otros mecanismos de intercambio y de compensación.
“Fue del ALBA que surgió el sucre (Sistema Unitario de Compensación Regional) como medio para facilitar las transacciones entre los países. También se creó el Banco del ALBA y el del Sur, en un ámbito más amplio a la alianza”, especificó.
El investigador del CIM considera que todas estas iniciativas priorizan el tema de la pobreza, la exclusión social y el desempleo. No están aisladas de los preceptos rectores que orientan los acuerdos de integración subregional.
UN PROCESO INTEGRAL
Un proceso de integración como el que está planteado en América Latina desde la óptica de Chávez tiene que abordar las distintas dimensiones, no solo la dimensión social que es el eje central del debate y las políticas.Bajo esa visión, lo económico está supeditado a la social, pero requiere un conjunto de políticas para que se puedan lograr las metas, por ejemplo, en lo productivo, como está planteado ahora en Venezuela.
“Es necesario crear un ambiente propicio para la inversión productiva en la agricultura, la industria y en general los sectores en los que el país tenga ventajas; para lograrlo es necesario alcanzar un desempeño de las variables macroeconómicas que suponga viento a favor”, aseveró.
Con el ingreso de Venezuela al Mercosur, el país debe acometer políticas en esa dirección de manera de ir reduciendo las asimetrías; por eso debe llegar a unos acuerdos básicos con las naciones miembros en materia fiscal, monetaria, cambiaria y comercial, de manera de ir hacia una convergencia. “Siempre habrá variaciones entre países a otros, pero se deben mover entre unas bandas y rangos manejables”, indicó.
Las asimetrías en el Mercosur no se dan solo en el tamaño de las magnitudes económicas de las naciones, sino en las desigualdades en temas como la inflación, poder adquisitivo y desempleo, por nombrar algunas, detalló el economista.
EL NECESARIO BALANCE
La incorporación de Venezuela al Mercosur ayuda a “ese necesario balance” entre las grandes economías, como la de Brasil y Argentina, y las pequeñas, Uruguay y Paraguay. “Nuestro país está en el medio, dispone de una capacidad productiva mediana. Eso va a facilitar la transición hacia la convergencia a la que habrá que llegar”, apuntó.Lo importante es que los países miembros del Mercosur -Bolivia está a punto de incorporarse- tengan tasas de inflación parecidas, con la finalidad de evitar que los productos se encarezcan más en una economía nacional que en otra, pues se crearía una propensión a importar desde el país donde los productos estén más baratos.
Älvarez comparó el proceso de integración con dos tiendas en las que se puede comprar. “Una es tu país y la otra serían las demás naciones miembros. Si en la primera tienes una inflación alta, como la de Venezuela que cerró el año 2013 con una tasa de 56,2%, mientras en la segunda (demás países) registró un promedio de 5%, la gente preferirá la del costo más barato”, ejemplificó.
Igual sucede con el tipo de cambio: si la divisa es muy barata y los precios están caros, entonces se tendrá una propensión a consumir productos importados. “Este es el tipo de cosas que necesariamente se tendrán que corregir, ahora que Venezuela es miembro pleno del Mercosur”, recalcó.
Álvarez considera prioritario que estos procesos de integración estén acompañados de promoción de inversiones, siempre que esté asociada a la transferencia de tecnología, al desarrollo del talento humano e incorpore valor agregado nacional.
Otro de los aspectos que no dejó de lado es la asistencia técnica a la pequeña y mediana empresa y, sobre todo, a las nuevas formas de economía social y comunitaria que son la gran apuesta del Gobierno Bolivariano para transformar el capitalismo rentístico e importador en nuevo modelo productivo socialista y exportador, agregó el economista venezolano.
“Eso implica que tenemos que ir creando ese ambiente macroeconómico que sea proclive a la actividad productiva. De lo contrario, no habrá transformación económica del país”, alertó el exministro.
EL SUCRE PUEDE LLEGAR A SER UNA MONEDA
El estado ideal en materia cambiaria, para el economista Víctor Álvarez, es que hubiera una sola moneda en el mundo, con la finalidad de evitar los ataques especulativos.“Con una sola unidad de cambio se evitarían todas esas jugadas de los grupos que viven de la especulación cambiaria, que son capaces de amasar millardarias ganancias cuando se proponen atacar el euro, el dólar y las monedas de libre cambio”, sostuvo.
Como el economista reconoce que esa posibilidad de una sola moneda es muy lejana y se plantea como una utopía, en nuestros procesos de integración surgió el sucre como un mecanismo para reducir la dependencia del dólar como moneda de intercambio entre los países.
Ahora es una unidad; la idea es que pueda ser una moneda de circulación en todos los países. Eso implica renunciar a su moneda y adoptar una común. La Unión Europea lo hizo y fue un paso muy importante, en ese proceso de integración, cuando finalmente pasó del ecu al euro.
El ecu era una unidad de cuenta como lo es para la región el Sucre y después crearon el euro para unificar los países con una sola unidad monetaria. Eso permitió disipar el ataque contra las monedas nacionales, aunque ahora lo hacen contra el euro.
En América Latina se están dando pasos en esa dirección en la que el presidente Chávez fue pionero y precursor. El líder se preocupó también por la integración física mediante el desarrollo de una mayor interconectividad de los países de la región. Porque muchas veces para importar una mercancía desde una ciudad brasileña era necesario primero hacer una conexión en Miami.
Igual pasaba con los vuelos de pasajeras y pasajeros Por eso se preocupó por el desarrollo de medios de transporte e infraestructura, aseveró Álvarez.
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