La injerencia es un elemento que no puede faltar en la política de los EEUU. Ningún país, sea aliado o enemigo, queda excluido es esto. Los cubanos han lidiado con ese mal por más de 5 décadas y no permitirán que la historia vuelva a repetirse. Por eso, cualquier cubano digno, saldría al paso del discurso manipulador y mediático del señor Obama como lo hizo el eterno Comandate Fidel Castro.
Por: Belisario Herrera A./opinion@laestrella.com.pa
Conservo en la memoria el lenguaje
agresivo que han empleado distintas administraciones norteamericanas, así como
de sus más recalcitrantes ultraconservadores, desde el triunfo de la Revolución
cubana que le puso fin al régimen sanguinario de Fulgencio Batista, quien tuvo
la suerte de escapar con muchas maletas llenas de dinero, hacia República
Dominicana donde lo esperaba con los brazos abiertos un régimen similar al
suyo, pero dinástico de los Trujillo.
No sería difícil hacer un resumen
repetitivo de cuanta injusticia han cometido EE.UU. contra Cuba a partir de que
le impuso un bloqueo comercial y financiero y se aprobaron otras leyes, lesivas
a su soberanía como la llamada de Ajuste cubano, agresivamente para embaucar a
incautos con el llamado ‘sueño americano ' táctica que también surte sus
efectos hacia otros países de América Latina que padecen enorme desigualdad
social, pero en su aplicación hacia Cuba, se cumple en forma relámpago su
estatus de residencia permanente, en ese país que se jacta de ser democrático.
Sin embargo, el tema que deseo abordar
en esta ocasión, como lo sugiere el título de esta crónica, es referente a la
visita reciente del presidente Barack Obama a Cuba, correspondiente en primer
lugar al clima de restablecimiento de relaciones diplomáticas, tras casi
sesenta años en que las mismas quedaron rotas y con una duración de 88 años en
que un presidente norteamericano en el ejercicio del poder no visitaba a Cuba.
Son varios los artículos que he escrito
celebrando este acercamiento entre dos Gobiernos, cuya permanente enemistad
parecía irreconciliable. Claro que este acercamiento no ha surgido por
combustión espontánea, hay toda una larga cantidad de factores en principal que
ni EE.UU. ni Cuba pueden seguir manteniendo un lenguaje belicoso y virulento
entre ambos, sí nos inclinamos a pensar en que por ambos debe imperar la razón,
sin descartar la rancia política imperialista que es la misma que en los países
se contravienen sus intereses.
Obama, por encima de sus posibles buenas
intenciones, demostradas aparentemente en el restablecimiento de estas
relaciones diplomáticas y de un diálogo en la búsqueda de solventar
confrontaciones, considero que el actual mandatario estadunidense tuvo algunos
pronunciamientos faltos de tacto en su discurso transmitido por radio y TV al
pueblo de Cuba, en cuanto a sus palabras muy remarcadas de que el pueblo de
Cuba y especialmente su juventud tendrían que buscar un cambio de sistema político,
palabras más o palabras menos, a todas luces injerencistas. Por supuesto que
esto provocó la ira del máximo dirigente de la Revolución cubana, Fidel Castro,
con toda razón, porque nadie puede ir a mandar a casa ajena; pero, esta
calamitosa circunstancia seguramente será superada, según intuimos por los
medios de prensa dentro y fuera de Cuba.
ABOGADO Y PERIODISTA.
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