Por Lidia Sol Michel
Cunde la incertidumbre entre disidentes encumbrados a la vista de los gestos de acercamiento y de la decadencia de las políticas para su “sostén”. Se preguntarán si continuará el maná del contribuyente parasu personal disfrute cuando más se habla de proyectos inversionistas y de cooperación para el beneficio social. Sienten y dicen que se quedan fuera. Así ocurre cuando ciertos interlocutores carecen de legitimidad.
El año no pinta bien para grupos de
disidentes cubanos. Se apagan sus buenas estrellas, dirían los oráculos
ante la situación en ciernes que anuncian los titulares. Después de las
giras internacionales para promover sus causas y hacerse fotos con
acólitos influyentes, el aura comenzó a extinguirse por una
concatenación de acontecimientos en dirección contraria a sus intereses.
Algunos de sus afines norteamericanos
enfrentancircunstancias embarazosas. El senador por Nueva Jersey Bob
Menéndez y la representante por Miami Ileana Ros-Lehtinen están
implicados en la aceptación de dinero para sus campañas a cambio de
“interceder” a favor de que dos banqueros ecuatorianos en búsqueda y
captura permanecieran en Estados Unidos. Ellos y otros representantes de
las alianzas anticubanas como Huber Matos, Posada Carriles y la
Fundación Nacional Cubano Americana atraviesan una mala racha.
Los jefes de estado del entorno más
cercano participaron en Cuba en la Cumbre de la CELAC y firmaron nuevos
pactos de integración ajenos a la Casa Blanca y a su política contra la
isla. A ese concierto se suman voces de personalidades norteamericanas
que piden el fin del bloqueo, como la del ex gobernador de la Florida,
Charlie Crist, en campaña por retomar las riendas del estado y quien
defiende las inversiones en territorio cubano. El senador por Vermont
Bernie Sanders visitó recientemente La Habana y también es partidario de
esa tendencia: “Las empresas estadounidenses están perdiendo miles de
millones de dólares a causa del embargo económico. Mientras tanto, los
canadienses y los europeos están creando puestos de trabajo a través de
sus inversiones en Cuba”, dijo el senador quien estuvo precedido a
finales de enero por el demócrata Tom Harkin, otro defensor del fin del
bloqueo.
Hasta la hostil disidencia cubana siguen
llegando noticias desalentadoras. Más de la mitad de los estadounidenses
está a favor de que el Gobierno de su país normalice las relaciones con
Cuba, informa Europa Press refiriéndose a una encuesta de la
organización Atlantic Council.“Así, el 56 por ciento de los consultados,
procedentes de todos los espectros de la sociedad estadounidense, se
muestra a favor de normalizar la relación con la cercana isla, una cifra
que aumenta hasta el 63 por ciento entre los residentes en el estado de
Florida, donde vive principalmente la comunidad cubano-americana, y
hasta el 62 por ciento entre la comunidad hispana de todo el país”.
En este contexto las naciones de la Unión
Europea deciden iniciar un proceso de negociaciones para poner fin a la
infructuosa Posición Común, una política que será reemplazada por otro
acuerdo basado en relaciones de diálogo político y cooperación. España
es una de las naciones que durante el gobierno de José Luis Rodríguez
Zapatero y del actual de Mariano Rajoy ha propiciado el giro europeo a
pesar de quienes se aferran al hostigamiento del gobierno cubano.
En la segunda mitad del 2013 los representantes más connotados de ese
acoso acudieron a territorio español en busca de apoyo y exaltación.
Precisamente fueron acogidos por José María Aznar, autor intelectual de
la Posición Común ahora en extinción y por Esperanza Aguirre quien
deshoja margaritas preguntándose si España la quiere o no la quiere tras
la debacle de su empeño por privatizar la salud madrileña y de otras
causas perdidas.Cunde la incertidumbre entre disidentes encumbrados a la vista de los gestos de acercamiento y de la decadencia de las políticas para su “sostén”. Se preguntarán si continuará el maná del contribuyente parasu personal disfrute cuando más se habla de proyectos inversionistas y de cooperación para el beneficio social. Sienten y dicen que se quedan fuera. Así ocurre cuando ciertos interlocutores carecen de legitimidad.
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