Son tiempos de evitar la guerra, las muertes, la masacre de seres humanos a través del diálogo afable y sin imposición. Se ha de respectar los derecha a la soberanía y a la libre determinación de los pueblos, sin intervencionismo ni injerencia alguna. Es derecho de todos vivir en PAZ.
‘La guerra es la manera más cruel de llegar a la convivencia armónica, aunque existen posturas que la defiendan'
Recuerdo con suma nostalgia cuando en nuestro país discutíamos sobre la importancia de la cultura de paz en el siglo XXI, ante un siglo XX signado por dos guerras mundiales y muchas invasiones, entre ella la nuestra. Mi pregunta es la siguiente, ¿hemos olvidado la tradición y vocación pacifista y de negociación que nos han caracterizado como nación y que tanto orgullo, alegría y elogios nos ha traído a lo largo de la historia? Sin lugar a duda, Panamá ha demostrado muchos ejemplos de paz en su vida republicana.
Recuerdo las sabias palabras de mi maestro el Dr. Daisaku Ikeda, filósofo laureado y presidente honorario de la SGI, al expresar que: ‘La guerra es atroz e inhumana. Nada es más cruel, nada es más trágico'. Él creció con los horrores de la guerra y por eso es un gran defensor de la paz. También las de Cicerón: ‘Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras'.
En su relato, el Dr. Ikeda señalaba: ‘Innumerables jóvenes de mi generación fueron incitados por el Gobierno militarista a marchar orgullosamente al frente de batalla y entregar su vida'. ‘Las mujeres de las familias que quedaban atrás eran elogiadas por su sacrificio como madres militares, algo que suponía un gran honor. ¡Pero en realidad, lo que se agitaba en la profundidad de los corazones maternos era un tumulto devastador de pesar, dolor y miseria! El amor de una madre, la sabiduría de una madre es demasiado grandioso para caer bajo el engaño de frases vacías como ‘por el bien de la nación' o ‘de la democracia'.