Angel Guerra Cabreras
Cuando digo CNN no me refiero solo a la cadena incondicional a la agenda del capital financiero y del Pentágono contra los gobiernos que no son del agrado de Washington o cuyas riquezas le interesa saquear. Tomo la sigla CNN como sinónimo de la mentira, la calumnia y la deshonestidad periodísticas, practicadas también contra los pueblos y los estados que defienden su independencia por la inmensa mayoría de los medios de prensa corporativos, principalmente de Estados Unidos, Europa y América Latina; por no hablar del nauseabundo trío de principales diarios madrileños.
Por consiguiente, aquí esbozo la realidad venezolana que ocultan, manipulan y deforman hasta extremos insólitos estos conglomerados, fenómeno que no ha de asombrar en la era de la crisis de valores, la banalidad y el individualismo feroz instaurada por las tóxicas políticas neoliberales.
Hace unos días, después de recorrer Caracas, Mark Weisbrost reportaba en The Guardian una ciudad tranquila donde no aparece por ninguna parte el caos y la violencia propagados mediáticamente(http://www.cepr.net/index.php/other-languages/spanish-op-eds/la-verdad-sobre-venezuela-una-revuelta-de-la-gente-acomodada-nada-de-campana-de-terror). De hecho, el gobierno impulsa con éxito un plan de paz con sectores empresariales, de la oposición y de las iglesias acompañado por Unasur.
En Venezuela no hay un movimiento estudiantil nacional de oposición. Lo que ha existido es una protesta de un sector privilegiado de estudiantes de clase media y ricos de las zonas pudientes de Caracas. Su única consigna era “Maduro vete ya” haciendo caso omiso de que el presidente representa un bloque de fuerzas que ha ganado 18 de 19 contiendas electorales en los últimos quince años. El número y fuerza movilizadora de ese grupo de hijos de papá es muy inferior a la del que en rigor puede calificarse como movimiento estudiantil nacional. Veamos.
Venezuela es el segundo país de América Latina y quinto en el mundo por el número de estudiantes universitarios respecto a su población(dos millones 600 mil en 2013). De este número, la gran mayoría ha accedido a la educación superior en virtud de los programas sociales de la Revolución Bolivariana, es de origen humilde y se caracteriza por su sólido vínculo con el chavismo. El músculo de este grupo se ha podido apreciar cada vez que inunda las calles de Caracas en apoyo al gobierno, hecho escamoteado por la prensa mercenaria.
Han existido guarimbas en 18 de los 335 municipios venezolanos muchas de las cuales han sido la causa de las 35 muertes reconocidos por las autoridades en este ciclo de disturbios. La mayoría no son estudiantes ni han caído bajo el fuego de las fuerzas de seguridad sino como resultado de accidentes provocados por los obstáculos, entre ellos mortíferos cables que han llegado a degollar personas inocentes; u otros obstáculos, colocados en las guarimbas (http://albaciudad.org/wp/index.php/2014/03/conozca-los-26-fallecidos-a-un-mes-del-inicio-de-las-protestas-opositoras-la-gran-mayoria-son-victimas-de-las-barricadas/).
El modus operandi de los opositores obedece a un esquema uniforme, lo que demuestra un plan subversivo único y centralizado. Entre los muertos, hay casi una decena de oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana, chavistas y simples vecinos a consecuencia de tiros en la cabeza mientras levantaban guarimbas, lo que evidencia la acción de sicarios desplegados como parte del plan fascista.
La oposición se negó a reconocer los resultados de la elección presidencial de abril de 2013 cantando como siempre fraude y su candidato Henrique Capriles llamó criminalmente a la insubordinación civil y a una ola de furiosa violencia que provocó la muerte de 13 personas, en su mayoría chavistas. De no haber sido por la firme y serena actitud del presidente Nicolás Maduro y de las fuerza revolucionarias, las acciones ordenadas por Capriles pudieron haber incendiado el país.
Cuando el sector más violento de la oposición, representado por Lepoldo López y María Corina Machado, vio que el chavismo ascendió considerablemente en las elecciones municipales de diciembre pasado creyó llegado una vez más el momento de intentar el golpe de Estado. Pero al no tener base social apenas ni apoyo en la fuerza armada, recurren desesperados a la violencia irracional que ya ha causado pérdidas por 10 mil millones de dólares, como ha ocurrido en las últimas horas con el incendio en el Waraira Repano que provocó un gran apagón en Caracas, mientras continúan las acciones violentas en otros puntos.
Cuando digo CNN no me refiero solo a la cadena incondicional a la agenda del capital financiero y del Pentágono contra los gobiernos que no son del agrado de Washington o cuyas riquezas le interesa saquear. Tomo la sigla CNN como sinónimo de la mentira, la calumnia y la deshonestidad periodísticas, practicadas también contra los pueblos y los estados que defienden su independencia por la inmensa mayoría de los medios de prensa corporativos, principalmente de Estados Unidos, Europa y América Latina; por no hablar del nauseabundo trío de principales diarios madrileños.
Por consiguiente, aquí esbozo la realidad venezolana que ocultan, manipulan y deforman hasta extremos insólitos estos conglomerados, fenómeno que no ha de asombrar en la era de la crisis de valores, la banalidad y el individualismo feroz instaurada por las tóxicas políticas neoliberales.
Hace unos días, después de recorrer Caracas, Mark Weisbrost reportaba en The Guardian una ciudad tranquila donde no aparece por ninguna parte el caos y la violencia propagados mediáticamente(http://www.cepr.net/index.php/other-languages/spanish-op-eds/la-verdad-sobre-venezuela-una-revuelta-de-la-gente-acomodada-nada-de-campana-de-terror). De hecho, el gobierno impulsa con éxito un plan de paz con sectores empresariales, de la oposición y de las iglesias acompañado por Unasur.
En Venezuela no hay un movimiento estudiantil nacional de oposición. Lo que ha existido es una protesta de un sector privilegiado de estudiantes de clase media y ricos de las zonas pudientes de Caracas. Su única consigna era “Maduro vete ya” haciendo caso omiso de que el presidente representa un bloque de fuerzas que ha ganado 18 de 19 contiendas electorales en los últimos quince años. El número y fuerza movilizadora de ese grupo de hijos de papá es muy inferior a la del que en rigor puede calificarse como movimiento estudiantil nacional. Veamos.
Venezuela es el segundo país de América Latina y quinto en el mundo por el número de estudiantes universitarios respecto a su población(dos millones 600 mil en 2013). De este número, la gran mayoría ha accedido a la educación superior en virtud de los programas sociales de la Revolución Bolivariana, es de origen humilde y se caracteriza por su sólido vínculo con el chavismo. El músculo de este grupo se ha podido apreciar cada vez que inunda las calles de Caracas en apoyo al gobierno, hecho escamoteado por la prensa mercenaria.
Han existido guarimbas en 18 de los 335 municipios venezolanos muchas de las cuales han sido la causa de las 35 muertes reconocidos por las autoridades en este ciclo de disturbios. La mayoría no son estudiantes ni han caído bajo el fuego de las fuerzas de seguridad sino como resultado de accidentes provocados por los obstáculos, entre ellos mortíferos cables que han llegado a degollar personas inocentes; u otros obstáculos, colocados en las guarimbas (http://albaciudad.org/wp/index.php/2014/03/conozca-los-26-fallecidos-a-un-mes-del-inicio-de-las-protestas-opositoras-la-gran-mayoria-son-victimas-de-las-barricadas/).
El modus operandi de los opositores obedece a un esquema uniforme, lo que demuestra un plan subversivo único y centralizado. Entre los muertos, hay casi una decena de oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana, chavistas y simples vecinos a consecuencia de tiros en la cabeza mientras levantaban guarimbas, lo que evidencia la acción de sicarios desplegados como parte del plan fascista.
La oposición se negó a reconocer los resultados de la elección presidencial de abril de 2013 cantando como siempre fraude y su candidato Henrique Capriles llamó criminalmente a la insubordinación civil y a una ola de furiosa violencia que provocó la muerte de 13 personas, en su mayoría chavistas. De no haber sido por la firme y serena actitud del presidente Nicolás Maduro y de las fuerza revolucionarias, las acciones ordenadas por Capriles pudieron haber incendiado el país.
Cuando el sector más violento de la oposición, representado por Lepoldo López y María Corina Machado, vio que el chavismo ascendió considerablemente en las elecciones municipales de diciembre pasado creyó llegado una vez más el momento de intentar el golpe de Estado. Pero al no tener base social apenas ni apoyo en la fuerza armada, recurren desesperados a la violencia irracional que ya ha causado pérdidas por 10 mil millones de dólares, como ha ocurrido en las últimas horas con el incendio en el Waraira Repano que provocó un gran apagón en Caracas, mientras continúan las acciones violentas en otros puntos.
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