Escrito por Nicanor León Cotayo
En la Florida existe una denominada Comisión de Revista de Muertes por Abuso Infantil, eslabón de un desesperado intento por disminuirlas.
Surgió ante la necesidad de hacer recomendaciones sobre el abandono, maltrato, desapariciones y hasta asesinatos que sufren pequeños en ese Estado.
Este grupo de trabajo, adscrito al Departamento de Niños y Familias (DCF), elabora un informe que hace llegar al gobernador, Rick Scott, y al Parlamento estadual.
Pero esto, lejos de funcionar como un reloj exhibe ahora un panorama cada vez más deteriorado.
A manera de ejemplo, todavía retumba en Miami y otros territorios floridanos el escándalo que involucró a una niña de 10 años de edad, Nubia Barahona.
Sucedió el pasado 14 de febrero, cuando la encontraron tirada en un camión donde la habían encerrado, pasó hambre, la golpearon y torturaron, hasta que la cubrieron de sustancias químicas tóxicas y depositaron en una bolsa de basura.
Dos periodistas de el Nuevo Herald, Carol Marbin Miller y Audra Burch, comentaron este sábado desde Miami:
Su muerte en el 2011 fue tan atroz, “y el papel que jugó el DCF fue de una ineptitud tal”, que trajo consigo despidos, renuncias, indignadas audiencias públicas y la colocación del nombre de Nubia a una calle de la urbe.
Según Marbin y Burch, hasta el presente ella es, para algunos, “un grito de guerra”, y la personificación de todo lo que no funciona en el DCF.
Luego subrayaron una revelación muy comprometedora: el apego de ese organismo a “minimizar el número de muertes de los niños que se suponía protegiera”.
Hace un mes se conmemoró en la Florida el tercer aniversario del fallecimiento de Nubia, pero todavía su expediente sigue reposando en una gaveta repleta de papeles.
“Esto es un insulto a la memoria de ella”, declaró una jueza de Miami-Dade, Jeri Beth Cohen, activa durante 15 años en los Tribunales de Bienestar Infantil.
Hace algunas semanas el tema vuelve a ocupar espacios en la Florida y otros lugares, ahora centrado en el repugnante hecho de falsear el número de criaturas muertas.
Una de las síntesis que se han hecho alrededor de esta oscura tragedia corrió a cargo este fin de semana de un periodista de el Nuevo Herald, Daniel Shoer Roth.
Titulada “El Estado no merece el perdón”, él afirma que criaturas rociadas de químicos tóxicos, calcinadas dentro de automóviles cerrados, ahogadas en canales, arrojadas contra la pared como bolas de esponja, apaleadas bestialmente, arrolladas por camionetas, momificadas, fenecidas por inanición, sobredosis de fármacos, incineración y estrangulación, entre otros actos de violencia que ponen el corazón en un puño.”
Este grupo de trabajo, adscrito al Departamento de Niños y Familias (DCF), elabora un informe que hace llegar al gobernador, Rick Scott, y al Parlamento estadual.
Pero esto, lejos de funcionar como un reloj exhibe ahora un panorama cada vez más deteriorado.
A manera de ejemplo, todavía retumba en Miami y otros territorios floridanos el escándalo que involucró a una niña de 10 años de edad, Nubia Barahona.
Sucedió el pasado 14 de febrero, cuando la encontraron tirada en un camión donde la habían encerrado, pasó hambre, la golpearon y torturaron, hasta que la cubrieron de sustancias químicas tóxicas y depositaron en una bolsa de basura.
Dos periodistas de el Nuevo Herald, Carol Marbin Miller y Audra Burch, comentaron este sábado desde Miami:
Su muerte en el 2011 fue tan atroz, “y el papel que jugó el DCF fue de una ineptitud tal”, que trajo consigo despidos, renuncias, indignadas audiencias públicas y la colocación del nombre de Nubia a una calle de la urbe.
Según Marbin y Burch, hasta el presente ella es, para algunos, “un grito de guerra”, y la personificación de todo lo que no funciona en el DCF.
Luego subrayaron una revelación muy comprometedora: el apego de ese organismo a “minimizar el número de muertes de los niños que se suponía protegiera”.
Hace un mes se conmemoró en la Florida el tercer aniversario del fallecimiento de Nubia, pero todavía su expediente sigue reposando en una gaveta repleta de papeles.
“Esto es un insulto a la memoria de ella”, declaró una jueza de Miami-Dade, Jeri Beth Cohen, activa durante 15 años en los Tribunales de Bienestar Infantil.
Hace algunas semanas el tema vuelve a ocupar espacios en la Florida y otros lugares, ahora centrado en el repugnante hecho de falsear el número de criaturas muertas.
Una de las síntesis que se han hecho alrededor de esta oscura tragedia corrió a cargo este fin de semana de un periodista de el Nuevo Herald, Daniel Shoer Roth.
Titulada “El Estado no merece el perdón”, él afirma que criaturas rociadas de químicos tóxicos, calcinadas dentro de automóviles cerrados, ahogadas en canales, arrojadas contra la pared como bolas de esponja, apaleadas bestialmente, arrolladas por camionetas, momificadas, fenecidas por inanición, sobredosis de fármacos, incineración y estrangulación, entre otros actos de violencia que ponen el corazón en un puño.”
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