Por: María Carla González
Cada 17 de diciembre, ocurre un acontecimiento que unifica a los creyentes cubanos y es motivo de celebraciones, me refiero al Día de San Lázaro (Catolicismo) o Babalú Ayé (Yoruba).
Pero hoy ha ocurrido un suceso que amplifica estas celebraciones y constituye un motivo de felicidad infinita para todos los cubanos y para todos aquellos que abogamos por el respeto a los Derechos Humanos y defendemos las causas justas en este mundo donde la enajenación y la opresión vienen ocupando espacios.
Hoy, 17 de diciembre de 2014, se encuentran en suelo cubano Gerardo, Ramón y Antonio, nuestros tres hermanos que estaban prisioneros en cárceles estadounidenses por proteger a su pueblo de las agresiones de grupos terroristas asentados en La Florida.
Coincidentemente, el Papa Francisco cumple hoy 78 años, precisamente El Santo Padre desempeñó un papel especial en la liberación de nuestros héroes; así como en la normalización de las relaciones con el gobierno de Estados Unidos, a través dos cartas enviadas a los presidentes Raúl Castro y Barack Obama. Otro gesto no podía esperarse de un hombre que en su propio cumpleaños reparte alimentos y regalos entre los más pobres de Roma.
El Papa ha realizado un gesto personal que permanecerá en la memoria de mucha gente, pues si histórico resulta el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos y el regreso de nuestros hermanos, también resulta histórico y un punto cumbre en las relaciones del Vaticano con la Revolución Cubana.
Siento una felicidad abrumadora, por fin estos hombres que tanto sufrieron están en su Patria, junto a sus familiares y el pueblo que jamás se rindió anhelando este maravilloso momento. Elogio la actitud de la Iglesia como probablemente lo hacen todos aquellos que luchan por un mundo mejor.
Seguramente hasta los no creyentes se animarán a pedir, excepcionalmente este día, a San Lázaro, unidad, salud y prosperidad para los suyos en el próximo año. Un año que sin duda promete.
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