Tomado de: Panama America
Por: Jorge Puente Blanco
/ opinion@epasa.com
El canciller cubano ha respondido de
manera elegante y apropiada a la reciente intervención del presidente Trump en
Miami, evidenciando la desastrosa alocución teatral, rodeado de los más
representativos agentes de la CIA, y criminales mercenarios cubanos.
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Ha sido otra actividad de rechazo a la
política conciliatoria de su antecesor Barack Obama, que encaminó los primeros
pasos ante el Congreso y los numerosos empresarios y políticos norteamericanos,
con el propósito de levantar el bloqueo comercial y económico contra Cuba.
Agresión denunciada por el diplomático
cubano, de criminal y deleznable en el consenso internacional, que además sería
un fracaso y ampliaría la ayuda y colaboración a Cuba.
El lenguaje y la intervención brillante
del dirigente cubano de argumentos sólidos, muy bien dirigidos, a la opinión
pública, gobernantes del mundo y especialmente del continente, calificó con
severidad y locuacidad, los falsos e intencionados argumentos de Trump.
Las evidencias y los hechos de una
política digna, soberana y verdaderamente popular, al servicio del pueblo, de
su bienestar, educación, salud, cultura, deportes y otros beneficios, legitiman
con creces el verdadero concepto de la democracia socialista, que atrae, cada
vez con más fuerza, el turismo norteamericano hacia Cuba; libertad y derecho de
aquel pueblo que el magnate-presidente intenta impedir.
Casi de inmediato en la propia nación
norteamericana, y en el ámbito internacional, el canciller cubano recibe el
respaldo. Se trata de otro enorme paso en falso dado por la actual Casa Blanca
que aumenta el descrédito de la política, a todas luces, imperialista.
El descrédito norteamericano, en sus
anteriores aliados a ultranza, parte de Europa, el continente asiático, Medio
Oriente, también en la búsqueda de su propio destino; abonan cada vez más al
aislamiento de esa parte de Norteamérica.
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