La Cumbre de las Américas es una reunión de jefes de estado y de gobiernos de la América, auspiciada por la inefable Organización de los Estados Americanos (OEA) que viene celebrándose cada tres o cuatro años desde diciembre de 1994, con el muy loable aunque siempre incumplido objetivo declarado de “diseñar una estrategia común para intentar resolver los problemas del continente”. Hasta la VII Cumbre de Panamá celebrada en el 2015 habían venido participando en esta instancia todos los estados independientes de América, con la excepción de Cuba que fue expulsada de la OEA en 1962, con el vergonzoso voto favorable de Venezuela, gobernada en aquellos aciagos días por aquel cipayo de uña en el rabo, fundador del partido Acción Democrática, que se llamó Rómulo Betancourt Bello.
Para la VI Cumbre celebrada en Cartagena de Colombia en el 2012, no pudo asistir Cuba pese a que su sanción había sido revocada en el 2009, ya que no fue invitada por el cachaco Santos. Sin embargo, a la anterior Cumbre de Panamá asistió el Comandante Raúl Castro en representación de Cuba, cuya invitación fue promovida por el imperio en el marco de la intentada normalización de relaciones diplomáticas con la Isla que estuviese adelantando Obama por aquellos días, con el abyecto propósito de tratar de incidir negativamente en las excelentes relaciones de todo orden que existían, existen y siempre habrán de existir entre nuestros dos países. No habiéndose incorporado Cuba como miembro de la OEA, por no haber aceptado hacerlo bajo sus actuales deplorables condiciones, es claro entonces que el único requisito insustituible para asistir a la dichosa Cumbre es contar con el aval del imperio.
Es opinión de muchos, compartida por nosotros, que la cumbre de marras fue creada con el propósito de lograr el consenso hemisférico para adelantar la implementación de aquel engendro neoliberal que se llamó el “Área de Libre Comercio de las Américas” (ALCA), con el cual se pretendía subordinar“legalmente”las economías de todos nuestros países a las exclusivas necesidades del imperio, sumiéndonos de nuevo en la larga noche neoliberal de la cual algunos pueblos estábamos comenzando a salir y a la cual el imperio dedica tan esfuerzos para regresarnos.
Como decíamos en un artículo publicado en el 2015 (1) en ocasión de la anterior Cumbre, si fue éste o no el propósito de su creación no es lo relevante. Lo relevante es que fue en una de estas cumbres, la IV, celebrada en Mar del Plata, Argentina, en noviembre de 2005, que se logró enterrar para siempre el ALCA, por iniciativa de El Comandante Eterno, con el decisivo concurso de aquellos auténticos gigantes políticos de Nuestra América: Néstor Kirchner y Luis Inácio Lula Da Silva. Frescas están en la memoria popular las encendidas palabras del presidente Kirchner en medio del debate: “…no aceptamos que vengan aquí a patotearnos…”, en alusión directa al atropello que intentaban llevar a cabo las delegaciones de los Estados Unidos y el Canadá, las cuales habían coleado el tema en la agenda con la lacayuna complicidad de Méjico, Panamá y Trinidad & Tobago, así como la vertiginosa huída del salón de sesiones del derrotado George Walker Bush, todo ello transmitido por televisión en vivo y directo.
Tenemos totalmente claro que estas reuniones al igual que otras instancias y mecanismos de este “Ministerio de Colonias de los Estados Unidos”, como dijo El Che que llamaban los pueblos a la OEA, en su vibrante discurso ante la Asamblea General de la ONU de fecha 12 de diciembre de 1.964 (2), estando como efectivamente lo están, manejadas por el imperio, con el apoyo y la complicidad del funcionariado profesional de la organización y unos cuantos estados débiles y cipayos, han venido sirviendo para casi nada, como ha quedado evidenciado por los pobres resultados de todas Cumbres siguientes a la de Mar del Plata: la V, celebrada en Trinidad & Tobago 2.009, que sólo es recordada por el “yonofuísmo” de Obama quien suplicó hipócritamente que no le cobrasen los desafueros de quienes le antecedieron en el cargo y por el gesto entre folclórico e irreverente de Chávez al regalarle, para muy buena suerte del Camarada Eduardo Galeano, un ejemplar del libro “Las Venas Abiertas de la América Latina”; la VI Cumbre, de Cartagena de Colombia 2.012, que tuvo que terminar sin una resolución final de consenso; y la VII, celebrada en Panamá a muy pocos días de que Obama suscribiese la infamante Orden Ejecutiva que nos declarase una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad interna de los Estados Unidos, que sólo será recordada por la vergonzante, cínica e hipócrita “reculada” del imperio, que en la persona del mismísimo Obama reconoció que no éramos tal amenaza; debiendo quedar claro que tal actitud distó mucho de ser un subproducto de la Cumbre y por ende de la OEA, puesto que sólo la oportuna y firme respuesta dada por el pueblo y el gobierno revolucionario, apoyada ampliamente por los nuevos mecanismos de integración regional de ingreso vedado a los gringos, propuestos por El Comandante (UNASUR, ALBA-TCP y CELAC), por instancias organizativas de nivel planetario (Movimiento de Países No Alineados y G77 + China), por las potencias aliadas (Rusia y China) y por una inmensa cantidad de movimientos sociales existentes tanto en los países amigos como en los menos amigos, fue lo que determinó el aislamiento total del imperio en ese foro.
Entrando en materia debemos comenzar diciendo que la VIII Cumbre de las Américas a celebrarse en Lima, Perú, durante los días 13 y 14 de abril del presente año, ha tomado como lema “La Gobernabilidad Democrática Frente a la Corrupción” y como tema central, señalado por el gobierno anfitrión: “El tratamiento de los efectos de la corrupción en la institucionalidad democrática, la gobernabilidad y los objetivos de desarrollo sostenible adoptados por la comunidad internacional en la Agenda 2030, a la luz del andamiaje normativo internacional existente” (3), algo que resulta tragi-cómico en un país en el cual el actual presidente, Pedro Pablo Kuczynski anfitrión del evento, lleva meses procesado por corrupción en el seno del congreso peruano y la corrupción de las élites dirigentes está tan arraigada que hasta el diario limeño “Del País”, de línea nada progresista, twiteaba hace pocos días que según declaraciones de un alto ex ejecutivo de Odebrecht, Keiko Fujimori, Alan García, Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski, recibieron pagos de esa empresa para sus campañas políticas entre 2006 y 2011. Esto es, los cuatro últimos presidentes de ese pobre país pobre y una candidata presidencial hija de un expresidente procesado por corrupción, serían también reos de ese oprobioso delito.
Todos los países miembros de la OEA, incluyendo Cuba que no se ha incorporado al organismo desde su injustificada suspensión, recibieron invitaciones del gobierno peruano para asistir al evento; Venezuela la recibió formalmente, según declaraciones del presidente Maduro (4) y el ministro Jorge Rodríguez(5), el pasado 14 de febrero, a pesar de que había sido emitida desde el 11 de noviembre de 2017.
Las citadas declaraciones del presidente Maduro, ofrecidas en una rueda de prensa internacional, fueron tan contundentes a ese respecto, que en esa oportunidad dijo enfáticamente que iría a la Cumbre, lloviese, tronase o relampaguease, en clarísima respuesta a otras declaraciones de la canciller del Perú, Cayetana Aljovín, avaladas por la reunión del “Grupo de Lima” , celebrada el 13 de febrero, según las cuales y por instrucciones expresas del presidente Kuczynski, se había retirado la invitación enviada al presidente de Venezuela conforme a lo establecido en la “Declaración de Quebec”adoptada en la III Cumbre de las Américas en 2001, que textualmente dice: “… cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático en un Estado del Hemisferio constituye un obstáculo insuperable para la participación del gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres de las Américas”(6).
Tratando de reforzar lo declarado por la señora Aljovín, la presidenta del consejo de ministros del Perú, Mercedes Aráoz, señaló que tanto la invitación como el retiro de la misma se realizaron dentro del marco legal de la OEA, siendo desmentida por Jean Michel Arrighi, secretario de Asuntos Jurídicos de la OEA , quien explicó al diario “El Comercio” de Lima, que las cumbres de las Américas “no son un órgano de la OEA” y que por tal motivo “no se regulan por las normas” de dicho organismo, siendo “decisión exclusiva del país organizador de cada cumbre” invitar a los mandatarios, aclarando finalmente que lo citado por la premier Aráoz pudo ser un “error de información o una confusión” (7). Por su parte nuestra cancillería, en un comunicado divulgado en Twitter por el canciller Arreaza señaló que, bajo el más riguroso sustento jurídico, “no existe impedimento de ninguna naturaleza” para que Venezuela participe en la Cumbre (8).
En medio de este absurdo enredijo jurídico-diplomático y tomando en consideración lo señalado por la señora Aráoz en relación a que Maduro no podrá entrar al territorio peruano ni sobrevolar su espacio aéreo para asistir a la VIII Cumbre de las Américas (9) , nosotros que no somos juristas ni mucho menos diplomáticos sólo tenemos claro que:
- Está suficientemente demostrado que la juridicidad de la OEA es algo pastosa y su legalidad es enteramente acomodaticia y sujeta a los caprichos del imperio, lo que hace irrelevante cualquier discusión al respecto.
- Es enteramente obvio que son los jerarcas del imperio, en el marco de su agresivísima política en contra de Venezuela, quienes han ordenado no recibir a Maduro en la Cumbre.
- Los gobiernos del inefable “Grupo de Lima” (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú) son indubitablemente los “perritos simpáticos” a los que se refería Kuczynski cuando dijo vergonzantemente: “Estados Unidos se enfoca en aquellas áreas donde hay problemas. Como el Medio Oriente. No invierte mucho tiempo en América Latina pues es como un perro simpático que está durmiendo en la alfombrita y no genera ningún problema” (10).
- El actual gobierno corrupto y extremadamente cipayo del Perú ha dado suficientes muestras de que no tiene la más absoluta disposición de garantizar la seguridad física de nuestro presidente a lo interno de su territorio.
Es con base en estas consideraciones, en especial la última de ellas, que estimo altamente riesgoso que el presidente Maduro acuda a esta Cumbre, ya que estaría poniendo en juego su integridad física y hasta su propia vida, como resultado de un eventual atentado alentado por esa extrema lenidad del gobierno peruano o por cualquier circunstancia accidental derivada de un posible intento de hacerlo preso para evitar su entrada.
Considero también que es altamente riesgoso por coincidir íntegramente con unas declaraciones ofrecidas a Sputniknews (11), por la reconocida jurista revolucionaria Ana Cristina Bracho, actual jefa de la “División de Atención a la víctima de Tortura, Tratos Crueles Inhumanos y Degradantes de la Defensoría del Pueblo”, según las cuales la idea de que se emita una orden de aprehensión contra Maduro aprovechando su viaje a Perú es“jurídicamente posible”, debido al escenario internacional que se ha venido construyendo desde el 2016 en el que se “están utilizando términos como crisis humanitaria, que son conceptos del derecho humanitario y el derecho del estatuto de Roma, puesto que se está hablando de querer ver a Venezuela desde la óptica de los crímenes de lesa humanidad”.
A esta opinión añade la doctora Bracho en el mismo artículo algunos precedentes como el apresamiento del entonces presidente de Sudán, Omar Hasán Ahmad al Bashir, cuya orden de captura fue firmada por el inefable magistrado de la CPI Luis Moreno Ocampo, el mismo que fuese comisionado por el secretario Almagro para instruir un caso en contra de Maduro en esa instancia; y añadiríamos nosotros que también es el mismo magistrado libró orden de captura contra el coronel Gadaffi en el 2011 (12), así como también que otra inefable, la exfiscal Ortega Díaz, que ha dicho en repetidas ocasiones que ha venido recabando pruebas en contra del presidente Maduro para aportarlas a la CPI, anunció recientemente que lo denunciará por el “homicidio” del terrorista confeso Omar Pérez (13).
Sostengo responsablemente que es innecesario que el camarada Maduro asista al evento de marras, por estimar que en tan mediatizado foro y con la actual correlación de fuerzas, es muy poco lo que se podría lograr, adicional a lo que pudiesen alcanzar los compañeros del ALBA-TCP al lado de los representantes de los escasos gobiernos latinoamericanos dignos que han confirmado su asistencia, y por supuesto adicional al apoyo que sin duda tendríamos de los grupos sociales amigos, si es que les permiten su acreditación.
Para concluir quiero señalar que sólo una rectificación total de las autoridades peruanas sobre el tema, otorgando las debidas garantías, haya sido auspiciada o no por las gestiones diplomáticas y políticas que se comprometiese a realizar el ALBA-TCP (14), en la misma oportunidad que rechazó tajantemente la medida de exclusión en nuestra contra, debiera hacer posible la asistencia de nuestro presidente a la VIII Cumbre. ¡A nosotros debe bastarnos con el apoyo de los pueblos y de nuestros gobiernos amigos!
¡Con el imperio y sus acólitos, ni un tantico así!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
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