Se desconocen las verdaderas intensiones, pero la realidad es que la agencia de prensa británica conocida como BBC se ha convertido en patrocinadora de algunos elementos de la contrarrevolución asalariada del gobierno norteamericano. Así fue con la campaña inicial sobre el estudiante de la universidad de ciencias informáticas, Eliécer Ávila, haciéndolo parecer como un “opositor” cuando pertenecía a la Unión de Jóvenes Comunistas y defendía ese proyecto.
En su artículo Litiet tergiversa la realidad cubana, algo que ha sido históricamente planificado por la CIA, según sus documentos desclasificados y publicados por el Departamento de Estado en el Foreingn Relations 1961-1963, volumen X páginas 554-560, al asegurar sin pruebas que “en Cuba una persona solo por disentir puede ser penado incluso con cárcel”.
Si está situación fuese verdad ¿por qué motivos la autoproclamada presidenta de las Damas de Blanco, la inculta y grosera Berta Soler nunca ha sido llevada ante los tribunales?
¿Por qué la propia bloguera oficialista de los yanquis, Yoani Sánchez, ni siquiera ha sido detenida y encausada por el delito de Acusaciones Falsas contra instituciones estatales? ¿Por qué el propio Antonio González-Rodiles, cara pública del nuevo engendro diseñado en Miami y sufragado por los norteamericanos, no ha sido procesado penalmente?
La lista es demasiado amplia.
Para considerarse revolucionario primeramente hay que serlo y demostrar con un programa lo que se pretende ofrecer al pueblo, para lograr seguidores.
Gracias al programa de la Revolución los hoy llamados “disidentes” estudiaron una carrera universitaria, con derechos similares para todos, sin importar la procedencia social o el color de la piel, lo que era imposible antes de 1959. Ahora es fácil seguir el guión que le imponen los norteamericanos en su política por intentar destruir la imagen de la Revolución.
Sin el proceso que derrocó el régimen antidemocrático del tirano Fulgencio Batista, apoyado totalmente por Washington, Raudal Collazo no hubiese podido estudiar en una prestigiosa escuela de música y actuar en teatros y plazas públicas; simplemente el color negro de su piel y su estrato social se lo impedirían, algo que ahora olvida.
Durante la tiranía Batistiana con una férrea censura y severa represión policial que torturaba, asesinaba y desaparecía a sus opositores, la realizadora audiovisual Yaima Pardo, no se atrevería a filmar un documental sin la aprobación de la comisión oficial que existía para tales fines.
Goal Mestre o Gaspar Pumarejo, dueños de las poderosas cadenas de televisión hasta 1960, no hubieran permitido que fuera contratada y menos hacer un documental independiente. Eso era inimaginable y el precio a pagar era la propia vida.
Organizar un grupo “opositor”, diseñado, organizado y financiado por un estado extranjero, en el que participen además sus diplomáticos, antes de 1959 era imposible de llevar a cabo. Sin embargo, Antonio González-Rodiles lo hace actualmente sin ser sancionado.
Sus acciones son constantemente monitoreadas por los más altos cargos del personal de la misión diplomática norteamericana en la Habana, sin pudor y en violación de la convención de Viena de 1961. ¿Esto es ser independiente?
Eliécer Ávila, joven campesino de las provincias orientales, de piel mestiza, es ingeniero en informática, carrera muy costosa en cualquier parte del mundo. No ha estado jamás detenido ni se le impidió culminar sus estudios universitarios.
Es manipulado y fue estimulada su vanidad por algunos elementos contrarrevolucionarios, después de su encuentro con Ricardo Alarcón, en el cual “pedía viajar a Bolivia para ver el lugar donde fue asesinado el guerrillero Ernesto Che Guevara”. Lo transformaron en un “opositor” sin causa alguna, al ser precisamente la Revolución quien lo salvó del arado y el surco que le tocaba por tradición ancestral y escasos recursos económicos.
Paseado ahora por varios países para “comerle” el cerebro, comprobó como era timado por un viejo contrarrevolucionario de Miami, quien le enviaba solo 25 dólares mensuales en vez de 50 que los norteamericanos le asignaban como parte de su comprometimiento.
Michel Matos, de oficio productor de eventos, a pesar de su retórica ha organizado durante años un festival de música en una playa al Este de la Habana, sin la más mínima interferencia policial ni oficial.
Organizaciones europeas vinculadas a posiciones pro yanquis, pretendieron manipularlo con la entrega de dinero, a fin de convertir un proyecto cultural en político, algo que no lograron por falta de seguidores y motivación de los participantes.
Ante el fracaso, esos mismos patrocinadores extranjeros iniciaron un montaje para convertirlo en un supuesto “disidente”. El festival Rotilla nunca se ha suspendido ni obstaculizado por las autoridades. Por el contrario, crece en participación de músicos y público, con mayores facilidades técnicas y logísticas.
Lo anterior evidencia el trasfondo político que BBC Mundo pretende, al hacerle creer a sus lectores que en Cuba existe una “oposición” a la Revolución integrada por jóvenes, algo que nunca logró la CIA ni siquiera en la década del 60, cuando organizaron unas 400 organizaciones contrarrevolucionarias.
A otros con ese viejo cuento.
Pudiera ser casualidad, pero el artículo escrito por Litiet Heredero y publicado el primer día del actual año, huele mal, si tenemos en cuenta que intenta hacer un paralelo entre los líderes históricos de la Revolución cubana, con personajes desconocidos y orientados por funcionarios norteamericanos.
Los jóvenes de la generación del Centenario que asaltaron el cuartel Moncada en 1953 y llevaron a cabo un profundo y necesario proceso de transformaciones sociales, políticas y económicas, en una Cuba entregada al dominio yaqui, con una sangrienta dictadura que asesinó a los mejores hijos de la Isla, en nada se asemejan a los asalariados que pretende promover BBC MundoEn su artículo Litiet tergiversa la realidad cubana, algo que ha sido históricamente planificado por la CIA, según sus documentos desclasificados y publicados por el Departamento de Estado en el Foreingn Relations 1961-1963, volumen X páginas 554-560, al asegurar sin pruebas que “en Cuba una persona solo por disentir puede ser penado incluso con cárcel”.
Si está situación fuese verdad ¿por qué motivos la autoproclamada presidenta de las Damas de Blanco, la inculta y grosera Berta Soler nunca ha sido llevada ante los tribunales?
¿Por qué la propia bloguera oficialista de los yanquis, Yoani Sánchez, ni siquiera ha sido detenida y encausada por el delito de Acusaciones Falsas contra instituciones estatales? ¿Por qué el propio Antonio González-Rodiles, cara pública del nuevo engendro diseñado en Miami y sufragado por los norteamericanos, no ha sido procesado penalmente?
La lista es demasiado amplia.
Para considerarse revolucionario primeramente hay que serlo y demostrar con un programa lo que se pretende ofrecer al pueblo, para lograr seguidores.
Gracias al programa de la Revolución los hoy llamados “disidentes” estudiaron una carrera universitaria, con derechos similares para todos, sin importar la procedencia social o el color de la piel, lo que era imposible antes de 1959. Ahora es fácil seguir el guión que le imponen los norteamericanos en su política por intentar destruir la imagen de la Revolución.
Sin el proceso que derrocó el régimen antidemocrático del tirano Fulgencio Batista, apoyado totalmente por Washington, Raudal Collazo no hubiese podido estudiar en una prestigiosa escuela de música y actuar en teatros y plazas públicas; simplemente el color negro de su piel y su estrato social se lo impedirían, algo que ahora olvida.
Durante la tiranía Batistiana con una férrea censura y severa represión policial que torturaba, asesinaba y desaparecía a sus opositores, la realizadora audiovisual Yaima Pardo, no se atrevería a filmar un documental sin la aprobación de la comisión oficial que existía para tales fines.
Goal Mestre o Gaspar Pumarejo, dueños de las poderosas cadenas de televisión hasta 1960, no hubieran permitido que fuera contratada y menos hacer un documental independiente. Eso era inimaginable y el precio a pagar era la propia vida.
Organizar un grupo “opositor”, diseñado, organizado y financiado por un estado extranjero, en el que participen además sus diplomáticos, antes de 1959 era imposible de llevar a cabo. Sin embargo, Antonio González-Rodiles lo hace actualmente sin ser sancionado.
Sus acciones son constantemente monitoreadas por los más altos cargos del personal de la misión diplomática norteamericana en la Habana, sin pudor y en violación de la convención de Viena de 1961. ¿Esto es ser independiente?
Eliécer Ávila, joven campesino de las provincias orientales, de piel mestiza, es ingeniero en informática, carrera muy costosa en cualquier parte del mundo. No ha estado jamás detenido ni se le impidió culminar sus estudios universitarios.
Es manipulado y fue estimulada su vanidad por algunos elementos contrarrevolucionarios, después de su encuentro con Ricardo Alarcón, en el cual “pedía viajar a Bolivia para ver el lugar donde fue asesinado el guerrillero Ernesto Che Guevara”. Lo transformaron en un “opositor” sin causa alguna, al ser precisamente la Revolución quien lo salvó del arado y el surco que le tocaba por tradición ancestral y escasos recursos económicos.
Paseado ahora por varios países para “comerle” el cerebro, comprobó como era timado por un viejo contrarrevolucionario de Miami, quien le enviaba solo 25 dólares mensuales en vez de 50 que los norteamericanos le asignaban como parte de su comprometimiento.
Michel Matos, de oficio productor de eventos, a pesar de su retórica ha organizado durante años un festival de música en una playa al Este de la Habana, sin la más mínima interferencia policial ni oficial.
Organizaciones europeas vinculadas a posiciones pro yanquis, pretendieron manipularlo con la entrega de dinero, a fin de convertir un proyecto cultural en político, algo que no lograron por falta de seguidores y motivación de los participantes.
Ante el fracaso, esos mismos patrocinadores extranjeros iniciaron un montaje para convertirlo en un supuesto “disidente”. El festival Rotilla nunca se ha suspendido ni obstaculizado por las autoridades. Por el contrario, crece en participación de músicos y público, con mayores facilidades técnicas y logísticas.
Lo anterior evidencia el trasfondo político que BBC Mundo pretende, al hacerle creer a sus lectores que en Cuba existe una “oposición” a la Revolución integrada por jóvenes, algo que nunca logró la CIA ni siquiera en la década del 60, cuando organizaron unas 400 organizaciones contrarrevolucionarias.
A otros con ese viejo cuento.
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