CIUDAD DE MÉXICO. – Desde bien temprano la residencia cita en la calle Cuitláhuac 90, Colonia Toriello Guerra, en Tlalpan, tenía apostados en la puerta a cientos de personas que cantaban Cielito Lindo y gritaban México, México, México...Tenemos Presidente, decían, mientras algunos cargaban en hombros a sus hijos.
«Es un honor estar con Obrador», coreaban minutos antes de que el portón se abriera para dar paso al sencillo auto blanco del nuevo presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, o AMLO, como lo conocen acá, que lo llevaría por los quince kilómetros más acompañados de su historia hasta el Palacio Legislativo de San Lázaro, donde se realizaría la impactante Toma de Protesta.
Ese término, quizás único en el mundo, está enraizado en la historia mexicana desde el siglo XIX cuando el Estado cortó su vínculo con la Iglesia y cambió la Biblia sobre la que juraban los presidentes, por la mano en alto en símbolo de protesta.
Por eso este sábado, primer día de diciembre del 2018, López Obrador protestó, en toda la acepción de la palabra, por“guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión".Luego recibió final.
mente la banda presidencial, de colores verde, blanco y rojo, y dio su primer mensaje al pueblo mexicano. Fue claro desde el primer instante: «Iniciamos hoy la Cuarta Transformación política de México. Puede parecer pretencioso o exagerado, pero hoy no solo inicia un nuevo gobierno, hoy comienza un cambio de régimen político. A partir de ahora se llevará a cabo una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical, porque se acabará con la corrupción y con la impunidad».
Y habló durante más de hora y media sobre convertir la honestidad y fraternidad en forma de vida y de gobierno; regenerar la vida pública de México; presidir para todos, pero principalmente para los pobres; defender la austeridad, comenzando por el Gobierno; cuidar el medio ambiente; proteger a los discapacitados, los adultos mayores, las mujeres, los indígenas y los niños; ofrecer medicamentos gratuitos y una canasta de alimentos básicos para combatir el hambre; además deatender las causas que originan la violencia.
Quizás uno de los momentos más emotivos de la ceremonia protocolar fue cuando los legisladores comenzaron a contar hasta 43, para pedir justicia por los jóvenes normalistas desaparecidos en Ayotzinapa. Entonces el nuevo Presidente anunció la constitución de una comisión de la verdad para castigar los abusos de autoridad, atender el caso de los jóvenes desaparecidos y castigar a los responsables.
En medio de metas esencialmente nacionales, queapuntan a trastocar el orden de cosas en México, López Obrador fue determinante al declarar que su gobierno no intervendrá en asuntos internos de otras naciones, apoyará la autodeterminación de los pueblos, apostará por la cooperación para el desarrollo ymantendrá, invariablemente, buenas relaciones con pueblos y gobiernos de todo el mundo.
A los jefes de Estado y de Gobierno que se dieron cita en la ceremonia, más de una veintena según dan cuenta algunos medios de prensa acreditados acá, agradeció la presencia en el Palacio Legislativo. México, aseveró, «no dejará de pensar en Bolívar y Martí, quienes junto a Benito Juárez, nos siguen guiando con su ejemplo de patriotismo».Entre esos
mandatarios estaba Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien fue presentado por AMLO como el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de «la hermana República de Cuba», calificativo reservado para la Mayor de las Antillas junto a un aplauso marcado por la cercanía y la deferencia.
También para Silvio Rodríguez, trovador y amigo que le acompañó durante tres días de retiro espiritual en su finca ubicada en Palenque, en Chiapas, tuvo palabras entrañables:«embajador de la poesía y la congruencia», le llamó.
No tengo derecho a fallar, nada material me interesa, ni me importa la parafernalia del poder, dijo luego AMLO. Siempre he pensado que el poder debe ejercerse con sabiduría y también con humildad. Solo se convierte en virtud, aseveró, cuando se pone en servicio de los demás.
Y son millones las personas en este país que tienen puesta su fe en Andrés Manuel López Obrador, el hombre que durante doce años aspiró a la presidencia de México y desde este sábado se apresta a construir un mejor país.
Ya cuando caía la tarde, el presidente cubano partió hacia la Isla mayor del Caribe, que recibió en tierra azteca el cariño que le han granjeadotantos años de amor y valentía. Minutos antes de regresar, Díaz-Canel habló de esa cercanía, del término hermano en palabras de Obrador, del saludo fraterno luego de la ceremonia protocolar y del encuentro con Maduro y Evo, apodados los tres aquí por los medios como «el núcleo duro de la izquierda latinoamericana» para orgullo de sus pueblos: detalles todos de una visita que duró casi 24 horas pero definió el camino a seguir entre Cuba y México.
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