Curiosamente, buques de guerra de Reino Unido y Francia
son desplazados al Caribe para presuntamente apoyar a sus territorios de
ultramar, con el argumento del enfrentamiento a huracanes y a la
Covid-19, pero con el evidente propósito de cercar a Venezuela.
Todo parece ser parte de un guion que ya conocemos. El
imperio y sus aliados se repiten y son poco originales en la forma en que
estructuran su agresividad, que como siempre, inicia y termina con la opción
militar -no le queda de otra-.
Una aventura contra Venezuela conviene a aquellos
gobiernos del Grupo de Lima, Europa y del propio EE.UU. para desviar la
atención de su ineficiencia ante el combate contra la Covid-19 y a la represión
que desatarán para intentar contener los estallidos sociales que se ven venir,
como reacciones de los más humildes por las políticas de “salvar a los bancos y
no a los pueblos”.
Supongo que esos gobiernos del Grupo de Lima estén
conscientes de que un estallido militar en Venezuela – que de seguro dará pelea
y cuenta con recursos humanos y militares para ello – traerá graves
consecuencias “colaterales” para sus países, que ya hoy están desbordados por
los efectos de la Covid-19, fundamentalmente por los riesgos que implica en
este contexto el desplazamiento masivo de emigrantes venezolanos, escapando de
los efectos de la guerra que ellos mismo provocaron.
Muchos asocian los efectos de la Covid-19 o el origen
mismo del virus, como la creación de condiciones para el inicio de la tercera
guerra mundial. En este esquema, la agresión a Venezuela podría ser la chispa
que desencadene un conflicto bélico de tal magnitud, si Rusia y China se
plantan ante la flagrante violación del derecho internacional que ello implicaría,
porque no encaja una legitimidad de la ONU a esta aventura guerrerista, cuando
el organismo internacional hizo recientemente un llamado al cese de las
hostilidades en todo el mundo para permitir una mejor respuesta a la pandemia.
Ojalá y todo sean conjeturas y se imponga la
racionalidad y el orden internacional.
La amenaza a Venezuela, tal vez pudiera tratarse de una
maniobra que no llegue a concretarse, con el propósito de desgastar al Gobierno
Bolivariano, que se vería obligado a destinar recursos a la defensa del país,
con efectos negativos en una economía dañada por la política hostil estadounidense
y de sus cómplices en el área. En este caso y en la actual coyuntura, ello
sería tan perverso como la propia agresión militar, tal como sucede con el
bloqueo contra Cuba.
A las fuerzas de izquierdas de América Latina, ya
fragmentadas, y hoy atadas a las políticas de confinamiento para combatir el
virus, no nos queda más que Denunciar, Denunciar y Denunciar la inmoralidad y
la prepotencia, por todas las vías que nos sean posibles, para hacer conciencia
de la ofensa que ello significa para todos los latinoamericanos y desenmascarar
a los protagonistas y sus cómplices.
Cuba no abandona a sus amigos ni a sus hijos y menos
en situaciones complejas, por lo tanto, la aventura contra Venezuela – de
concretarse – nos implicará y afectará de cerca, preparémonos, donde quiera que estemos, por si hay que
salir corriendo al combate como se exhorta a los buenos cubanos en una de las
estrofas de nuestro Himno Nacional.
El Indio
Abril 3 de 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario