Tras los
primeros impactos de la pandemia de la Covid-19, y como consecuencia de la
percepción sobre sus devastadores efectos y la presunción de que la prioridad
para el mundo sería concentrarse en el combate a la enfermedad, muchos
apreciaban que se iniciaba un periodo de distensiones en los conflictos
globales, que también alcanzaría al diferendo Cuba-EE.UU.
Poco tiempo
transcurrió para percatarnos que todo iría igual; EE.UU. presionando para
estrangular y Cuba resistiendo.
¿Cómo se han
comportado cada una de las partes del conflicto?
Cuba
concentró sus esfuerzos en contener el avance del virus, lo que viene logrando
satisfactoriamente, y en prepararse para enfrentar sus negativos efectos
económicos; al tiempo que desplegó su ejército de batas blancas a combatir la
enfermedad en otras latitudes, en una respuesta coherente con su historia y
práctica humanista, pero que sus enemigos se empeñan en resaltar como un
“aprovechamiento político y económico de la situación”, lo cual, en todo caso,
sería totalmente legítimo.
No es la
primera vez que, ante una amenaza global a la salud, Cuba sale de sus fronteras
a atacar al “enemigo” allí donde está, en una especie de ecuación de “Salvarse,
Salvando”. Quien conozca la idiosincrasia, historia y la práctica política de
los cubanos, apreciará que este es un recurso recurrente que concreta la frase
martiana “Patria es Humanidad”.
Por su parte,
el Gobierno de los EE.UU. se “afiló los dientes”, apreciando el escenario como
propicio para dar una estocada más profunda; por lo que arreció sus acciones de
guerra económica, que incluso, por algunos momentos, limitaron el acceso de la Isla
a insumos médicos necesarios para enfrentar la Covid-19 e incrementó la
arremetida que hace algún tiempo venía desplegando contra las brigadas médicas
cubanas, que en este contexto, se han convertido en el punto más álgido del enfrentamiento
político bilateral.
EE.UU.
argumenta presuntas condiciones de esclavitud en las que trabajan los galenos
cubanos, desconociendo la dedicación y muestras de amor que estos dejan a su
paso - solo posible en el actuar consciente de hombres libres-, así como las
expresiones de gratitud espontanea de los pueblos asistidos.
La razón
verdadera de la embestida, que algunos “mareados ideológicos” no quieren ver,
es limitar el acceso a divisas que genera algunas de estas colaboraciones para
seguir estrangulando económicamente a la Isla y, sobre todo – en primer orden -,
intentar desmontar el ejemplo de la pequeña isla, que ha hecho más en estas
circunstancias por el mundo, que el país más poderoso del planeta.
Tal ha sido
la desfachatez, que homologaron al “ponderoso” Secretario General de la OEA y
al principal directivo de la USAID – ambos, al parecer sin empleo por estos
días y el primero, mudo en medio de una debacle continental-, con un vulgar y
drogadicto youtuber que representa lo más degradante de la contrarrevolución
miamense, para cocinar-se “en su propia salsa” contra la colaboración médica cubana.
En medio de
estas tensiones, se produce un incidente violento en la Embajada de Cuba en
EE.UU., cuya historia aún no está bien contada, y que el Gobierno
estadounidense se niega a explicar de manera oficial.
Ante las
crecientes demandas de esclarecimiento del incidente por parte de las
autoridades de Cuba, como corresponde en estos casos, EE.UU. respondió con la inclusión
de la Isla en la “lista de países que no cooperan plenamente con sus esfuerzos
para combatir el terrorismo”, algo inverosímil para el que tenga un mínimo de
cultura política y entienda que “patrocinar el terrorismo” iría contra la
propia esencia subsistencia de la Revolución.
Como “tapa al
pomo”, el 15 de mayo, un grupo de corruptos ex presidentes iberoamericanos, en
un franco ejercicio cínico y dando la espalda a la adversa realidad de los
propios países que gobernaron, lanzaron un documento cuestionando la capacidad
de los sistemas de salud de Venezuela, Nicaragua y Cuba, para enfrentar la
Covid-19.
En el caso de
la Isla, al desmoronarse sus argumentos con los positivos resultados alcanzados
en la contención del virus; volvieron al ataque sobre las brigadas médicas
cubanas, reiterando el manido argumento de la “esclavitud” a la que son
sometidos nuestros médicos.
De ser “reales”
sus preocupaciones, que no lo son y solo persiguen fines políticos, tal
pareciera que les interesa más las condiciones de trabajo de los pocos cientos
de médicos cubanos, que la salud de los miles de seres humanos que estos
atienden y salvan y los miles que mueren en América Latina. Son absolutamente
incoherentes sus argumentos.
La labor
estoica de los galenos cubanos se defiende por sí sola, a partir de sus
resultados, sin embargo, ello no basta en este mundo donde la percepción
manipulada de la realidad, es más poderosa que la propia realidad objetiva, por
lo que es necesario seguir dando la batalla en la difusión de las razones y
verdades de Cuba.
Consciente de
ello, y cuando las voces desde la Isla se hacían más sistemáticas y agudas en
la denuncia contra la hostilidad de EE.UU., la plataforma de twitter, plegada
al servicio de la política imperial, suspende un grupo de cuentas de usuarios cubanos,
para intentar silenciar sus voces.
El complejo
escenario en las relaciones entre Cuba y EE.UU. transitará a una mayor
agudización. Sin dudas, Trump y sus secuaces, con fines electoreros, tratarán
de acelerar las acciones encaminadas al derrocamiento de la Revolución cubana e
intentarán sacar provecho a la adversidad económica que enfrenta la Isla,
utilizando todos los métodos de guerras sucias, abiertas, encubiertas y
coloreadas, que estén a su alcance, donde la vertiente violenta - intencional o
inducida -, pudiera revitalizarse, como ocurre siempre que se “desesperan” ante
la resistencia de los cubanos.
A Cuba le
tocará resistir, reinventarse en el orden económico y utilizar todo su poderío
político para dar la pelea y asegurar la estabilidad interna, vital para la subsistencia
en estas circunstancias. No hay ni habrá treguas, Compay.
El Indio, mayo 18 del 2020
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