Pedro Pablo Gómez
Cuba se está llenando de cintas amarillas, un símbolo dirigido al pueblo norteamericano ante la sordera de quienes lo gobiernan.
Durante quince años el gobierno de los Estados Unidos de América ha mantenido prisioneros a cinco cubanos que, corriendo los riesgos correspondientes y con total conciencia de lo que hacían, comprometieron sus vidas para penetrar las filas de la contrarrevolución terrorista existente en el territorio estadounidense, fundamentalmente en el estado de la Florida. Ellos: Gerardo Hernández, Fernando González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y René González durante un tiempo monitorearon los planes y acciones que se aprestaban a realizar en Cuba estas agrupaciones. Afortunadamente, René se encuentra actualmente entre nosotros, pero sus otros cuatro compañeros se mantienen encerrados por la desidia, prepotencia e injusticia del gobierno norteamericano, ese a quien las cintas amarillas quieren enviarle un mensaje.
Solo la soberbia del imperio y su máximo gobernante mantienen tras las rejas a nuestros hermanos por el delito de preservar las vidas de sus compatriotas. Si piensan que vamos a cansarnos de pedir su liberación están totalmente equivocados, al igual que con la longeva espera para derrocar la Revolución y ver a nuestros ciudadanos bajar sus frentes y dar la bienvenida al sistema capitalista y al dominio yanqui a nuestra Isla. Eso, señores, ya lo conocimos y de ahí nuestra fuerza inmensa para enfrentarlo.
Como se ha expresado en múltiples ocasiones, el señor presidente Barack Obama tiene la posibilidad de liberarlos cuando así lo estime pero su compromiso con los sectores más reaccionarios y los grandes grupos económicos con los cuales convive, le impiden llevar a cabo este acto de justicia. Así es el premio Nobel de la Paz, gracias a la tarea llevada a cabo por su compañero de aventuras africanas al servicio de la CIA para derrocar un gobierno no deseado por los EEUU, el sueco Thornon Jogland, en aquel entonces presidente del tribunal que otorga los premios a apenas un mes de haber obtenido Obama el gobierno de su país.
Por otra parte el gran fraude recibido no solo por los ciudadanos de EEUU, en sus mandatos de gobierno con sus consignas electorales, primero la de Cambio, que nada cambió, y en su segunda etapa llamando a la Justicia e Igualdad, cosas que están perdidas en el cosmos. Obama ha demostrado en los hechos ser un fiel seguidor de las políticas agresoras y descabelladas de la era de George W. Bush. Con sus hechos ha traicionado flagrantemente las que fueron sus ideas cuando cruzó el Puente en la manifestación que encabezaba Martin Luther King, hace poco más de 50 años. También se olvidó de su origen étnico, de raza negra, los cuales aún esperan por su memoria y promesas no cumplidas.
Hoy en día no solo los cubanos pedimos la liberación de nuestros cuatro héroes que quedan en las prisiones norteamericanas. En el mundo corre un reclamo universal contra tamaña violación de la justicia y el derecho, como seres humanos separados de su patria y sus familias, por el hecho de no tomar decisiones que puedan atribuirse a una victoria cubana.
Algún día la razón y la justicia se impondrán a la sinrazón que ya lleva quince años enseñoreándose con estos hombres y será también una victoria de los norteamericanos buenos y sus cintas amarillas.
Cuba se está llenando de cintas amarillas, un símbolo dirigido al pueblo norteamericano ante la sordera de quienes lo gobiernan.
Durante quince años el gobierno de los Estados Unidos de América ha mantenido prisioneros a cinco cubanos que, corriendo los riesgos correspondientes y con total conciencia de lo que hacían, comprometieron sus vidas para penetrar las filas de la contrarrevolución terrorista existente en el territorio estadounidense, fundamentalmente en el estado de la Florida. Ellos: Gerardo Hernández, Fernando González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y René González durante un tiempo monitorearon los planes y acciones que se aprestaban a realizar en Cuba estas agrupaciones. Afortunadamente, René se encuentra actualmente entre nosotros, pero sus otros cuatro compañeros se mantienen encerrados por la desidia, prepotencia e injusticia del gobierno norteamericano, ese a quien las cintas amarillas quieren enviarle un mensaje.
Solo la soberbia del imperio y su máximo gobernante mantienen tras las rejas a nuestros hermanos por el delito de preservar las vidas de sus compatriotas. Si piensan que vamos a cansarnos de pedir su liberación están totalmente equivocados, al igual que con la longeva espera para derrocar la Revolución y ver a nuestros ciudadanos bajar sus frentes y dar la bienvenida al sistema capitalista y al dominio yanqui a nuestra Isla. Eso, señores, ya lo conocimos y de ahí nuestra fuerza inmensa para enfrentarlo.
Como se ha expresado en múltiples ocasiones, el señor presidente Barack Obama tiene la posibilidad de liberarlos cuando así lo estime pero su compromiso con los sectores más reaccionarios y los grandes grupos económicos con los cuales convive, le impiden llevar a cabo este acto de justicia. Así es el premio Nobel de la Paz, gracias a la tarea llevada a cabo por su compañero de aventuras africanas al servicio de la CIA para derrocar un gobierno no deseado por los EEUU, el sueco Thornon Jogland, en aquel entonces presidente del tribunal que otorga los premios a apenas un mes de haber obtenido Obama el gobierno de su país.
Por otra parte el gran fraude recibido no solo por los ciudadanos de EEUU, en sus mandatos de gobierno con sus consignas electorales, primero la de Cambio, que nada cambió, y en su segunda etapa llamando a la Justicia e Igualdad, cosas que están perdidas en el cosmos. Obama ha demostrado en los hechos ser un fiel seguidor de las políticas agresoras y descabelladas de la era de George W. Bush. Con sus hechos ha traicionado flagrantemente las que fueron sus ideas cuando cruzó el Puente en la manifestación que encabezaba Martin Luther King, hace poco más de 50 años. También se olvidó de su origen étnico, de raza negra, los cuales aún esperan por su memoria y promesas no cumplidas.
Hoy en día no solo los cubanos pedimos la liberación de nuestros cuatro héroes que quedan en las prisiones norteamericanas. En el mundo corre un reclamo universal contra tamaña violación de la justicia y el derecho, como seres humanos separados de su patria y sus familias, por el hecho de no tomar decisiones que puedan atribuirse a una victoria cubana.
Algún día la razón y la justicia se impondrán a la sinrazón que ya lleva quince años enseñoreándose con estos hombres y será también una victoria de los norteamericanos buenos y sus cintas amarillas.
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