
Buenos días.
Estoy aquí en Chile muy ansioso porque
lleguen las 9 para irme a Ojalá a seguir mezclando y poniendo voces a
Amoríos (no es el Ojalá de La Habana, es otro Ojalá que tengo aquí, con
la misma gente que el de allá).
No sólo me traje Ojalá. Me traje a mi
familia, mi casa, mis tres perros, mi gato y mi cotorra. Me traje mis
calles y mis árboles, mis pájaros, mis vecinos, las cabras que pastan en
el solar de enfrene, las gallinas que comen de lo que pica el pollo por
los alrededores.
Me traje La Habana, San Antonio, Jibacoa,
Holguín, Nicaro (sé que si agarro la central llego allá). Me traje a
los 5, a la preocupación de Tony por un nido de palomas que sólo ve en
el instante en que pasa por cierto lugar. Me traje la Revolución cubana.
Prepárate Chile, que vamos a empezar de
abajo hacia arriba, con una canción dedicada a Miguel Enriquez y otra al
Che Guevara. Por ahí nos pasaremos a la otra Patagonia y rumbo norte.
Hasta la Bahía de Hudson no paramos. Cuando menos lo esperen los convido
a comer arroz frito en en Nuevayol.
(Comentario de Silvio en su blog a propósito de inventos noticiosos que lo situaban pidiendo asilo en Chile)
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