Medios de prensa estadounidenses publicaron en días recientes que el presidente de ese país, Donald Trump, se siente “frustrado” y “engañado” por sus principales colaboradores respecto a la información que recibe de Venezuela, donde han fracasado uno tras otro los planes para derrocar a la Revolución Bolivariana.
Así lo difundió el diario The Washington Post, uno de los más influyentes periódicos de la nación norteña, que cita a funcionarios que no pueden ser identificados, por lo que es imposible saber si se trata de datos verídicos o una “fake news”, o noticia falsa, a las que son tan aficionados algunos comunicadores de ese sistema.
En honor a la verdad, no se puede determinar qué tan engañado pueda estar el jefe de la Casa Blanca con las notas que le soplan al oído su asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, el secretario de Estado, Mike Pompeo, o su enviado especial para Venezuela, Elliot Abrams, o incluso su vicepresidente, Mike Pence.
De acuerdo con el Post, el jefe de Estado llegó a decir que Bolton lo quiere empujar a una guerra en Venezuela, algo que a mi juicio es cierto, si bien me resisto a pensar que el presidente de la primera potencia económica y militar del planeta ignore todo sobre ese tema.
Por eso, opino que más que engañado, el señor Trump está profundamente frustrado porque lo que imaginó que sería un paseo, deponer al legítimo presidente Nicolás Maduro y tomar posesión de las inmensas riquezas naturales de Venezuela, se le ha convertido en un empedrado camino hacia el infierno, que pronto comenzará a tener un peso negativo en sus intenciones de permanecer otros cuatro años en la Casa Blanca.
La autoproclamación de Juan Guaidó como presidente “encargado” de Venezuela, realizada en una plaza de Caracas ante un escaso público y sin la presencia de ningún representante de los poderes del Estado, ni siquiera de la Asamblea Legislativa que él presuntamente dirige, fue una payasada.
Aunque Washington lo reconoció de inmediato y obligó a casi medio centenar de países subordinados a sus intereses a hacer lo mismo, eso no pasó de allí. La casi nula capacidad de convocatoria de Guaidó quedó de manifiesto cuando el 23 de enero intentó una provocación en la frontera con Colombia, con el apoyo de varios presidentes de la región.
El golpe decisivo lo recibió el supuesto presidente el 30 de abril cuando convocó a un golpe de Estado contra Maduro, que fue conjurado sin mayor esfuerzo por las Fuerzas Armadas Bolivarianas.
Guaidó es un cartucho quemado y eso sin duda frustra a la ultraderecha estadounidense, que lo venía preparando desde hace años. Pero que Trump haya sido engañado sobre Venezuela no lo cree ni el mismo Washington Post, que difundió la historia.
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