Entre medias verdades sobre la economía, que buscan ocultar los graves problemas de su Gobierno, y amenazas contra medio mundo para distraer la atención, el presidente Donald Trump ofreció este martes una lección de diplomacia made in Washington.
Durante su discurso del Estado de la Unión, efectuado en la noche del martes ante el Congreso, el mandatario norteamericano siguió la tradición de pasar balance a su primer año en la Casa Blanca y acuñó una nueva filosofía al estilo de George W. Bush y su «o están conmigo o están con los terroristas».
El magnate neoyorquino, más acostumbrado a los negocios que a otra cosa, encontró ahora su propia fórmula para el desastre: «o están conmigo u olvídense del dinero».
Ocurrió mientras hablaba sobre su polémica decisión de mover a Jerusalén la Embajada estadounidense en Israel, lo que ha levantado una ola de indignación global por sus posibles consecuencias en el conflicto palestino.
Añadió al respecto que, poco después de anunciar la medida, «decenas de países votaron en la Asamblea General de las Naciones Unidas contra el derecho soberano de Estados Unidos a hacer este reconocimiento».