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martes, marzo 18, 2014

Mis consideraciones sobre Venezuela

 
 
 
P. Miguel Matos, S.J. 
info@cpalsocial.org/140314
 
Un dato nada despreciable en el momentos de hacer un análisis 
coyuntural sobre la actual realidad nacional, es la pregunta sobre ¿dónde 
están los pobres? Pregunta bastante contundente para empezar, para 
desarrollar coherentemente y para sacar consecuencias finales del 
análisis, si es que el análisis se hace desde un posicionamiento cristiano. 
 
Lo primero que habría que hacer es comparar el comportamiento de los 
sectores marginales del país, el 27 de febrero de 1989 y el 
comportamiento de estos mismos sectores a 30 días de continuo 
accionar de la protesta anti-gobierno. En aquella ocasión bastaron dos 
horas de protesta en las cercanías de Caracas para que toda una nación 
se desestabilizara violentamente. Esta vez la situación ha sido 
diametralmente diversa. 
 
Yo vivo en el Sector La Carucieña de Barquisimeto que agrupa una 
docena de barrios densamente populares. Puedo afirmar “sobre el 
mismo cadáver de mi madre” (como dice el pueblo). Puedo decir que 
aquí no se ha quemado una sola hoja de papel, no se ha alterado un 
centímetro de tráfico vehicular. Es más, puedo afirmar que los niveles de 
indignación que está expresando espontáneamente el pueblo contra los 
violentos, está llegando a niveles preocupantes. No me extrañaría que 
comenzara en poco tiempo una exigencia creciente sobre el gobierno 
para que “ponga en su lugar a los riquitos”, como expresa el pueblo. 
 
Esta protesta es un fenómeno clase media real, seudoclase media y 
clase alta, y además sólo urbana. 
 
Si la pregunta es, dónde están los pobres, creo que la 
respuesta es obvia. 
Pero no es esa la única perspectiva desde la que se debe hacer cualquier 
análisis de la actual situación venezolana. Venezuela no es aquella 
“sencilla república bananera de los años 50”. Venezuela es la propietaria 
de unos 300.000 millones de barriles de petróleo como reserva 
comprobada y 2 billones de metros cúbicos de reservas de gas, sin contar 
las otras reservas de recursos naturales. ¿Pueden los Estados Unidos y la 
UEA cohibirse de sus burdas apetencias imperialistas? Este dato obliga a hacer análisis que no nos ubiquen exclusivamente en 
diagnósticos exclusivamente endógenos y cortoplacistas. No se trata de 
mantener un discurso simplista según el cual todas nuestras desgracias 
son exclusivamente atribuibles al Departamento de Estado de USA, como 
en los años 80 se hacía cuando todos los males se atribuían al binomio 
CAP-Fedecámaras, pero tampoco son justos análisis etéreos que fueran 
igualmente aplicables a Venezuela y al Chad, por decir algo. 
 
Pero no ha sido sólo el Gobierno el único que ha acudido al recurso 
“exógeno”. Han sido los mismos personeros del Gobierno norteamericano 
los que han descubierto la vertiente imperialista e injerencista de este 
conflicto. O es que se puede ignorar, por ejemplo, la llamada telefónica 
del Sr. Subsecretario de Estado para asuntos suramericanos a nuestro 
embajador Chardeston Matos según la cual “si no se retractan los 
procesos judiciales contra el Sr. Leopoldo López, el Senado 
norteamericano podría estudiar represalias contra Venezuela”. 
 
Me pregunto si al hacer análisis de la actual situación venezolana, se 
pueden ignorar tan olímpicamente las continuas impertinencias del Sr. 
John Kerry para referirse a Venezuela como un país en explosión social. 
Podríamos citar infinitas interferencias de hoy mismo de los personeros 
norteamericanos. Ignorarlas es casi convertirse en cómplice de las 
mismas. 
 
Pero en este análisis de coyuntura un dato nada inocuo es el referente al 
carácter inéditamente violento de la protesta anti-gobierno. Esa violencia 
huele más a paramilitarismo antioqueño que al perfil promedio del 
contestatario venezolano. No hace falta un olfato demasiado sutil como 
para no saber marcar las diferencias. También aquí se impone superar 
ciertas ingenuidades. 
 
En este mismo apartado habría que reseñar el evidente financiamiento 
millonario de la protesta. Sin este financiamiento ya hace tiempo que se 
hubiera agotado ante la apatía de los sectores no contestatarios. Ya 
sabíamos con antelación que había un mínimum de 1.200 millones de 
bolívares para financiar la protesta. Luego nos llegamos a informar de 
detalles como aquello de que cada guarimbero cobra unos 5.000 bs. 
semanales. Se puede tomar toda la distancia que uno quiera con 
respecto a estas informaciones, pero el desarrollo de los acontecimientos nos obliga a tomárnoslas un poco más en serio si se intenta mantener 
cierta profundidad. 
 
Otro aspecto nada despreciable de nuestra coyuntura es la ingenuidad de 
responsabilizar a “los estudiantes” de este guarimbismo. Esta 
ingenuidad, por ponerle un nombre menos fuerte, rodea a los 
pronunciamientos de la Conferencia Episcopal Venezolana. 
 
El nombre del sector estudiantil está siendo utilizado como peón ante la 
acefalía de la oposición venezolana. Esta oposición dramáticamente 
dividida y anarquizada no tiene capacidad ni para discernir entre 
condenar o apoyar más allá de lo formal, el desarrollo del guarimbismo. 
 
Ante este vacío se trata de vender la imagen del pacífico estudiante que 
sale a protestar y que es “infiltrado” por una minoría algunas veces 
incluso “oficialista”, que quema los buses, quema toneladas de basura, 
dispara desde edificios, embosca policías, deja morir en un vehículo a un 
enfermo grave, tranca las calles, instala alarmas en la guarimba o 
fabrica las guayas para degollar a los motorizados. 
 
Señores, este tipo de actuación es todo menos espontáneo. Es una 
estrategia minuciosamente monitoreada apátridamente desde sectores 
muy lejanos al “pacífico manitas blancas”. No llamar la atención sobre 
estas aristas de la situación venezolana es peligrosamente culpable. 
 
¿El desenlace? Observando el comportamiento del pueblo que me rodea 
en mi residencia y en mis relaciones públicas, me atrevo a hacer 
memoria sobre la forma tan sabia y estoica como respondió el pueblo al 
cruel ensañamiento de la burguesía contra Venezuela durante el sabotaje 
petrolero. No me imagino un desenlace tipo Ucrania. Más le temo a una 
respuesta violenta de parte de los sectores populares a la agresión de las 
minorías violentas que mantienen la guarimba.

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