Yolanda Molina Pérez/Guerrillero
Dicen que le gustaba el mate y los
tangos, eso y la geografía lo hacen argentino; dicen que disfrutaba del
tabaco y la buena conversación, eso y su elección personal lo hacen
cubano…
Universal, lo hace la estrella que
fulgura en la frente, y enceguece al villano que no entiende cómo la luz
perdura; inmortal, lo hace el ejemplo que quieren miles imitar;
imprescindible, lo hace la palabra que sigue siendo oportuna; infinito,
lo hace que en cada acto justo renace; guerrillero, cada triunfo
libertario; humano, cada padre austero; hombre, lo hace cada mujer
hermosa…
Y así día a día, entre amaneceres y
ocasos se hace una y otra vez, porque el Che, resiste la muerte y emerge
con la pupila fija, los ojos abiertos, esperando que lleguen nuestras
manos sin echar de menos las suyas; porque él sabe que el todos sigue
siendo más que el yo, el él, el ellos; y se hace a sí mismo con la
mirada de futuro, la frente le pare ilusiones y en el pecho se fecunda
la esperanza y es que se hace simiente.
Como antojo perenne de hoy retorna y se
hace presente, y ya no importa si quiere o no hacerse, porque dejó de
ser suyo para ser nuestro y fue esa desde ayer y hasta siempre la
historia de los justicieros que se hacen leyenda en cuerpo de hombre.
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