El gobierno de EE.UU. no cesa en su intento por aniquilar la Revolución Bolivariana de Venezuela, apoderarse de las enormes riquezas de ese país hermano y asestar un golpe sin precedentes sobre toda América Latina. En ello no escatima esfuerzos.
En el 2015 la anterior administración decretó que Venezuela constituía “un peligro inusual para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América”. Por absurdo que resultara el decreto que sigue vigente hasta hoy -sin que Venezuela haya amenazado jamás a país alguno-, anunciaba la puesta en marcha de nuevos planes de guerra, desde que el Comandante Chávez asumiera el poder en 1999.
La injerencia se recrudece a partir de la asunción de Trump, que renueva el decreto en enero del 2017, amenaza desde la OEA a través del bufón de la corte imperial Luis Almagro, la aplicación de la Carta Democrática durante los meses de febrero y marzo.
En abril grupos de violencia extrema provocan más de 100 muertos. Crece el cerco y la presión económica, se instala a escala internacional una campaña mediática feroz de desprestigio de la figura del Presidente Nicolás Maduro, desconocimiento de las instituciones democráticas del país y estigmatización del gobierno bolivariano como sinónimo de dictadura.
No cuenta en absoluto la realización de 19 procesos electorales realizados por el gobierno bolivariano, los esfuerzos por llevar a la mesa del diálogo a una oposición que se caracteriza por su dependencia y vasallaje al imperialismo, ni la decisión soberana del pueblo que apoya mayoritariamente a su gobierno y dio una lección de democracia y civismo eligiendo la Asamblea Nacional Constituyente y ha fijado fecha de elecciones generales para el 22 de abril.
Es en este contexto que EE.UU. ordena a su Secretario de Estado Rex Tillerson realizar la reciente gira a países de América Latina, cuyo objetivo central fue aumentar la presión, llamar al golpe militar en Venezuela y revivir la doctrina Monroe, que se sintetiza en la famosa frase imperial: “América para los Americanos”, fiel reflejo de sus aspiraciones de intervención y dominación.
La presión e intercambio de favores con los gobiernos tutelados, resultó en la patética declaración del 13 de febrero del Grupo de Lima, que apoyó la decisión del gobierno corrupto y derechista de Perú de excluir a Venezuela de la Cumbre de las Américas.
Ellos, corruptos, usurpadores, golpistas como Temer y Macri, fraudulentos y asesinos como Hernández de Honduras, derechistas comprometidos con la corrupción como Cartes de Paraguay y el propio Pedro Pablo Kuczynski de Perú, responsables de no poner fin al paramilitarismo como Santos de Colombia, son algunos de los que con total cinismo pretenden dictar cátedra de democracia y respeto a los derechos humanos a Venezuela.
Son el Caín que traicionó a su hermano, por cinco monedas se olvidan de la mano que les dio de comer Tienen nuestro total desprecio, nuestro absoluto repudio y el de nuestros pueblos que más temprano que tarde también los juzgará a ellos.
Llamamos a la Solidaridad Internacional a mantenernos en estado de alerta, movilización permanente ante el peligro real de una provocación en las fronteras de Venezuela, para crear un conflicto que avale la intervención militar multinacional. Llamamos a apoyar de manera irrestricta al gobierno Bolivariano de Venezuela, la candidatura del Presidente Nicolás Maduro y la celebración de elecciones el 22 de abril.
Más que nunca debe prevalecer la Proclama de la CELAC “América Latina Zona de Paz”
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