Tomado de Radio Sancti Spíritu
Por Ada González Curbelo
Cuando hablamos de Vilma, la vemos como
la combatiente, la madre, la amiga, la heroína, la compañera de trabajo,
la federada, o simplemente, Vilma, una mujer que caló hondo en el
corazón de todos.
Heroína de la clandestinidad, combatiente
del Ejército Rebelde e incansable luchadora por la emancipación de la
mujer y la defensa de los derechos de la niñez.
Justicia, honradez, honestidad, la
verdad, el amor al estudio y a la lectura, el disfrute de la música, la
afición por los deportes y la vida en contacto con la naturaleza, fueron
sus principales valores. La marcaron también un sentido muy alto del
compañerismo y su alejamiento de lo banal y lo superficial.
Su exquisita sensibilidad para valorar el arte y fomentarlo también
los inculcó a la familia. Por eso es fácil entender cómo en los
funerales de la heroína en el Mausoleo a los Héroes y Mártires en el
Segundo Frente Oriental, se oyera en su voz las nanas con que dormía a sus hijos y la canción Sin ti que dedicaba a Raúl.
Vilma sintió satisfacción de haber
forjado, junto a Raúl, un hermosa familia, pródiga de amor, de cuatro
hijos y 8 nietos; seguramente quiso perpetuar en ella, de alguna manera,
su vida desde la clandestinidad y como guerrillera, pues dos de su
hijas llevan sus más reconocidos nombres de guerra, Déborah y Mariela.
Hoy, Vilma Espín no nos acompaña
físicamente, pero su coraje e intrepidez están en cada mujer de esta
isla que tienen ante sí el deber de continuar enarbolando las conquistas
que dejará cimentadas en la historia de Cuba.
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