José Gilberto Valdés/El Lugareño
El tema de la democracia en el sistema
electoral cubano ha sido reiteradamente distorsionado por los poderes
mediáticos y ciertos politólogos recalcitrantes, supuestamente
independientes allende a los mares. En fin, son de los que tiran
piedras al vecino, cuando tienen tejado de vidrio.
Cierto que nuestra sociedad no es
perfecta – aunque sea una perogrullada-, pero sin dudas perfectible, tal
como también se avala en la dialéctica de los procesos eleccionarios,
que tuvieron su punto de partida en el año 1976, estableciendo el
derecho al voto de todos los cubanos y cubanas mayores de 16 años, sin
distinción de color de la piel, credo político o religioso. La
inscripción es universal, automática y gratuita.
En 1992, una nueva ley estableció el voto
directo y secreto de toda la población en las elecciones provinciales y
nacionales. De esta forma, en febrero del año siguiente Fidel Castro
fue uno de los 589 candidatos a diputados en las elecciones generales, a
las que acudió a las urnas el 97 por ciento del padrón electoral.
El proceso de actualización de la
sociedad cubana también abarca modificaciones en la Ley Electoral, que
deberán regir las elecciones generales del año 2018 para las asambleas
provinciales y la Nacional del Poder Popular.
La principal característica es que los
candidatos a delegados (concejales) en los 168 órganos de gobierno
municipales provienen de los barrios y otras localidades, donde en
reuniones de vecinos se proponen a mano alzada las personas que
consideran con capacidad de trabajo, comunicación con las masas y
liderazgo.
En las próximas horas- 25 de marzo-
culminará en todo el país la nominación previa a las elecciones
parciales del venidero 19 de abril, que serán custodiadas como siempre
por niños y adolescentes, con la presencia de mesas electorales
compuestas por vecinos distinguidos por el prestigio y la transparencia
de sus acciones en la comunidad.
La novedad actual es la incorporación de
la figura de los observadores, desempeñada por estudiantes
universitarios, en el momento de la nominación y el día de la votación.
Estos argumentos esenciales se anteponen al andamiaje propagandístico
contra nuestro país, suscitado por la cercana asistencia de Cuba a la
VII Cumbre de las Américas, del 10 al 11 de abril, en Panamá.
Del Norte revuelto y brutal que
calificara José Martí, es posible tener en cuenta a Miami, cuyas
imperfecciones del sistema electoral beneficiaron a los ex presidentes
William Clinton y George W. Bush, este último en dos ocasiones. Allí
votan fraudulentamente ciudadanos no norteamericanos, sin derecho a
hacerlo y manipulada la vía de las papeletas de ausentes. Los “intrusos”
pueden haber representado un tercio de quienes han participado en los
sufragios desde 1996, según consigan medios de prensa del estado de la
Florida.
Recientemente, un articulista del
miamense Diario de las Américas destilaba veneno en cada palabra sobre
el centro de atención en la reunión hemisférica “(…) la expansión
política del castrismo y de la ruptura de la democracia, existen
caudillos en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua que no cumplen
ninguno de los elementos esenciales de la democracia (…)”
¿Cómo es posible que este politólogo
pretenda valorar la democracia en cinco países latinoamericanos, cuando
bajo su propio techo junto al término de pluripartidismo prolifera la
idea de que no hay nada más parecido a un demócrata que un republicano:
campañas diferentes pero igual gobierno?
Hace unos días, el presidente de Obama
confirmó en un discurso en Ohio un viejo secreto a voces: el dinero
decide sus elecciones, según reseñó la agencia noticiosa española EFE.
Sobre este asunto, medios de prensa anotaron que en 2010 desaparecieron
las restricciones a “donaciones” del mundo empresarial a los partidos
tradicionales y sus candidatos.
Por último, en los Estados Unidos el voto
popular directo no elige el presidente.”Esa función recae sobre un
colegio electoral de 538 electores provenientes de los 50 estados y el
Distrito de Columbia (la capital) que depositan los votos por el
candidato que haya ganado en su estado”, explica BBC.
Sin dudas, nuestras elecciones son más democráticas que las de ellos.
Sin dudas, nuestras elecciones son más democráticas que las de ellos.
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