El
sábado pasado, a las 11 del día, en la Cinta Costera panameña, frente
del Club de Yates,iban llegando automóviles de todos tipos. Personas,
algunos con niños y perros elegantes. Sobresalía la calidad de sus ropas
y sus calzados; cámaras fotográficas profesionales y preciosas gafas de
sol.
Como
estaba en la parada del Hospital Santo Tomás, me acerqué a curiosar que
estaba ocurriendo. Al acercarme reconocí la bandera del hermano pueblo
venezolano.
Cuando
estuve en la pequeña plaza frente al club, pregunté a un joven con una
gran bandera, a qué se debía aquella manifestación y me respondió:
---"Esto es contra el gobierno de Maduro", me respondió.
---
"Pero ese gobierno, continué, no se ha preocupado por la construcción
de viviendas para los más pobres y ha llevado la salud y la educación
dónde nunca hubo en tu país" ?
---
"Mi familia y yo, todo lo que tenemos, aquí en Panamá y en Venezuela es
herencia familiar", me respondió el hombre entusiasmado.
---"Está muy bueno todo eso. Entonces tienen negocios en Panamá"?, terminé preguntando.
---"Claro, aquí tenemos negocios de
escuelas privadas y estamos incursionando en algunas ferreterías aquí,
cerca de Paitilla donde vivimos", terminó y se fue gritando abajo la
tiranía.
Es
costumbre verlos, no sólo en Paitilla, sino en San Francisco, allá por
Coco del Mar y otros barrios residenciales de nuestro Panamá.
Para
estos, hermanos adinerados de la patria de Bolivar, es la república por
la cual Capriles y comparsa están pidiendo la renuncia de Nicolás
Maduro. Si los obreros y pobres en general dejan perder el único
gobierno que miró hacia ellos; habrán fiestas en la Casa Blanca y los
pobres volverán a dormir en el olvido.
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